ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 27, PARTE 2
Cuando entró a la sala de visitas, Diletante se levantó y permaneció un instante mirándola. Tratando de disimular la fuerte impresión que le había causado, le tendió la mano cordialmente. Intercambiaron saludos y Violeta, por su parte, tampoco dejó de percibir - como se dijo antes - los leves y benévolos ojos claros de su letrado, debajo de cejas espesas. Tras algunas generalidades, entraron en materia. "Señorita Navalcarnero, le voy a hacer algunas preguntas y le ruego que me conteste de la manera más concreta posible". Vaciló ligeramente y añadió, atenuando el rigor de sus conceptos con una sonrisa: "Y que me diga toda la verdad". Violeta lo miró y correspondió a su sonrisa. Le caía bien este abogado. "Pregunte nomás, doctor". Las primeras respuestas llevaron a Diletante a enterarse de la presencia de su clienta al lado del occiso en el momento mismo de su deceso, de la posibi...