ESTE BRASIL TAMBIÉN MERECIÓ SER CAMPEÓN
El estadio de Sarriá, en Barcelona, era
testigo del mejor partido del Mundial de 1982. Por un lado, Italia, de comienzo
irregular en el certamen, pasando la primera fase con 3 empates y mejor
diferencia de gol. Por el otro, el espectacular Brasil dirigido por Telé
Santana. Ambos habían derrotado a la Argentina, los “Azzurri” por 2 a 1,
mientras que los “Verdeamarelos” por 3 a 1, por lo que el empate depositaba a
la “Canarinha” a las semifinales del torneo. Un duelo de dos equipos con mucha
historia, que ya se habían enfrentado en 1938 (con triunfo de Italia), 1970 y
1978 (ambos triunfos de Brasil). Si bien los sudamericanos eran los favoritos,
por lo hecho hasta ese entonces, mostrando lo mejor de su histórico “jogo bonito”
y con cracks de la talla de Sócrates, Zico, Eder, Junior, Paulo Roberto Falcao,
entre otros, los europeos no podían ser subestimados. Ambos conjuntos campeones
del mundo, con dos estilos diametralmente opuestos.
Para sorpresa de propios y extraños,
Italia se pone en ventaja a los 5 minutos, por intermedio de Paolo Rossi,
delantero que volvía de una suspensión y que era duramente criticado por la
prensa. Por más que la defensa “azzurra” era muy dura, no logró contener la
embestida brasileña por mucho tiempo, y a los 12 igualó Sócrates. Nuevamente,
Rossi puso en ventaja a los europeos, tras un error de la defensa rival, talón
de Aquiles de los sudamericanos. Durante casi 45 minutos, el “catenaccio”
italiano soportaba el asedio brasileño una y otra vez, pero este era letal y a
través de Falcao, el resultado volvió a nivelarse. Esta vez la clasificación
parecía no escaparse, pero un nuevo error de la última línea “verdeamarela”
hizo que Rossi sellara el 3 a 2 definitivo. El máximo favorito y su “jogo
bonito” quedaban afuera, a manos de quien sería el campeón de ese certamen.
Cuatro años más tarde, también con Telé
Santana dirigiendo al equipo, se mejoró bastante la fase defensiva y, con un
poco menos de lucimiento pero sin dejar de lado la esencia de su juego, volvió
a ser candidato. Ganó sus tres partidos del grupo y goleó a Polonia por 4 a 0
en los octavos de final. En la siguiente instancia, lo esperaba el campeón
europeo, Francia, en el estadio Jalisco de Guadalajara. Nuevamente, el mejor
partido del Mundial tuvo como protagonista a Brasil. A diferencia de su rival
anterior, los galos practicaban un juego ofensivo y de fino toque, además de
contar con figuras de la talla de Michel Platini, Yannick Stopyra, Luis
Fernández, Dominique Rocheteau, Jean Tigana, Manuel Amoros, Alain Giresse y
Joel Bats. El partido comenzó con un dominio agobiante de Brasil, que se puso
en ventaja a los 16 minutos por medio de Careca. Durante la primera media hora,
pudo aumentar su ventaja, pero el palo y la solidez del arquero Bats, lo
evitaron. En cuanto los de Telé Santana bajaron un poco el ritmo, Francia pudo
comenzar a desplegar su juego. Antes de que terminara el primer tiempo,
Rocheteau desbordó, tiró un centro que, tras el error de Carlos, arquero
brasileño, Platini envió al fondo del arco. Durante el segundo tiempo, el
trámite fue de ida y vuelta, con un Brasil que incrementaba la presión, pero
que no podía descuidarse porque el contragolpe francés era letal. Santana
entendió que debía poner a un jugador que parara la pelota y generara más
juego, por eso entró Zico. Enseguida realizó un contraataque que terminó con
una infracción en el área contra Branco. El mismo Zico pateó el penal, pero
Bats se lució y lo atajó.
Se jugaron 30 minutos más, en los que
ambos equipos no bajaron los brazos y siguieron rindiendo espectáculo, pero no
pudieron sacarse ventajas. Fueron a penales. Comenzó pateando Sócrates: atajó
Bats. Stopyra puso en ventaja a los galos. Alemao, Zico y Branco convirtieron
sus remates. Amoros y Bruno Bellone (con carambola incluida entre el palo y el
arquero, Carlos) hicieron los suyos. Platini pateó el cuarto penal por arriba
del travesaño. Pero Brasil no pudo aprovechar para ponerse en ventaja y Julio
César estrelló su tiro en el palo. Fernández pateó el definitivo y volvió a
dejar a Brasil afuera del Mundial.
Ese equipo de Telé Santana jugaba
realmente muy bien, y fue seguramente un campeón moral. De los tantos equipos que
debieron haber sido campeones del mundo, ese Brasil figuraba en esa lista.
El Puma
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