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Mostrando entradas de marzo, 2023

LA NUEVA HERENCIA, CAPÍTULO 1

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           Eugenio Muratore llegó a su casa después de una jornada muy larga. Dejó su portafolio en el piso y, al notar que no había nadie ahí, prendió el televisor. Escuchó algo y paró la oreja. Miró fijo la pantalla, oyó la noticia, apagó el televisor y tomó su teléfono. “Hola… Pedro… tenemos que juntarnos a hablar… sí… un negocio en puerta… no se nos puede escapar… dale, nos vemos en el bar de siempre”, dijo antes de cortar.          Cuando llegó, su socio ya estaba pidiendo un cortado. “Espero que me hayas hecho venir para algo que valga la pena, comenzó Pedro. -          Creeme que sí. -          Te escucho. -          Hay un crack en Fronha y lo tenemos que traer, antes de que los contra nos lo saquen. -          ¿Quién es el crack? -          Se llama Peter Stevens y juega en Defer. -          ¿Un Tore Halversen? -          No es goleador, pero es creador. Muy hábil y prototipo de jugador para nuestro club. -          ¿Y los otros se lo quieren llevar? -     

EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 11 (FINAL)

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  Alicia quedó petrificada. Blanco solicitó inmediatamente la anulación del juicio y que se libere de culpa y cargo a su cliente. El juez así lo hizo de inmediato. Alicia abrazó a su abogado y se marchó, mientras que Blanco se dirigió a la oficina del juez para finiquitar los trámites. Elvira miraba con desprecio tanto a la acusada como al abogado defensor. Tanto es así que, al finalizar, ni siquiera lo saludó y se retiró a su oficina. Blanco se sonrió, un poco por la satisfacción de haber ganado la contienda y otro poco por lástima hacia su colega a quien, el fondo, respetaba mucho. Al salir del juzgado, caminó por los pasillos en dirección al ascensor. Cuando iba llegando para llamarlo, escuchó un ruido. Era un sonido de dos personas respirando con cierta agitación y provenía de las escaleras. Se asomó y su sonrisa pasó al gesto adusto: Alicia estaba allí besándose con Humberto Rivera. Solo atinó a hacer un gesto de negación moviendo su cabeza y retirarse. “Ya me va a venir a buscar

AHORA A DAR VUELTA LA PÁGINA LO ANTES POSIBLE

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 Imagen: La Capital.     El 18 de diciembre de 2022, Argentina lograba su tercer título mundial tras 36 años de intentarlo. En el camino perdió dos finales (1990 y 2014), tres veces fue eliminado en cuartos de final (1998, 2006 y 2010), dos en octavos de final (1994 y 2018) y hasta una en fase de grupos (2002). Durante ese extenso letargo, la sombra de los campeones del Mundial de México 1986 se hacía cada vez más grande. Estaba prohibido, de alguna manera, pensar en que una selección podría ser igual a esa y mucho menos decirlo. Diego Armando Maradona, capitán de ese plantel, era el dios del fútbol y no habría nadie que pudiera acercársele. Generalmente era el caballito de batalla que tenían los amarillistas del ámbito periodístico para criticar a los equipos y jugadores que no conseguían el objetivo. Pasaban los años y la hazaña en tierras aztecas se volvía cada vez más grande y la mochila que cargaban las siguientes generaciones más pesada. Con esas críticas exageradas, se le hizo u

EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 10

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           Blanco estaba a punto de esbozar una sonrisa de oreja a oreja antes de taparse la boca con su mano derecha. Cuando el juez lo apuró para que comenzara, se acercó lentamente al estrado y fue directo al hueso. “Señor Rivera, tengo veinte dedos, ¿cuál quiere que me chupe? -          Objeción, señoría… -          Retiro el comentario y la pregunta. Señor Rivera, la señorita Andrea Tellucci en su testimonio nos dijo que lo vio a usted el día en que falleció su esposa. Sin embargo, no supo decirnos si fue antes o después. ¿Usted puede aclararnos esa duda? -          Andrea vino a casa temprano. -          Mientras su esposa salió y usted se quedó sólo desayunando, ¿es eso correcto? -          Sí, señor. -          ¿Tuvo usted relaciones con la señorita Tellucci en ese instante? -          Bueno… -          Hablando en la jerga, ¿diría que tuvieron un ´rapidito´? -          Lo dijo usted. -          Solo pretendo darle una mano. ¿Fue así como le pregunté? -   

EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 9

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  Andrea estaba pálida y transpiraba. De pronto se le secó la boca y cuando iba a ser escoltada, se desmayó. La reanimaron y se la llevaron. Elvira se retiró del lugar en forma casi imperceptible. Alicia tenía una gran sensación de alivio, pero también de preocupación. Se pasó a un cuarto intermedio hasta el día siguiente. Allí fue llamado Humberto Rivera al estrado. El fiscal, que estaba cada vez más abatido pero su tozudez no le permitía derrumbarse, seguía con su propósito. Rivera se subió al estrado e hizo el juramento. Elvira comenzaba. “Señor Rivera, cuéntenos qué pasó la mañana del 17 de junio, por favor. -          Ese día me levanté temprano, para hacerme unos mates y Renata estaba despierta… -          ¿Su esposa? -          Sí señor. -          Continúe. -          Ella estaba despierta y ya me había preparado los mates. Salió temprano y yo me quedé en casa desayunando. -          ¿Cuánto tiempo quedó en su casa? -          Una hora, más o menos. -          ¿

EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 8

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  Elvira caminaba hacia su banco con una indisimulable sonrisa. Miró a Blanco con sorna, pensando para sí mismo “a ver cómo salís de esta”. Lejos de amedrentarse o preocuparse, el abogado se levantó lentamente, observó a la testigo y, además de notar un atractivo y una belleza especial en ella, observó que se tocaba su cabellera colorada oscura con demasiada frecuencia. “Señorita Tellucci – comenzó - usted trabajaba en la empresa bastante antes de que entrara la señorita Nieves, ¿es correcto? -          Sí señor. -          ¿Qué trato tiene con sus compañeros? -          Estrictamente profesional. -          Ajá. ¿Tuvo usted algún amorío o intimó con alguno? -          … -          Objeción señoría – intervino el fiscal – no veo la relevancia. -          Quiero primero constatar ciertos episodios para después llegar a un punto específico con respecto al testimonio de la señorita Tellucci. -          Objeción denegada. Continúe doctor Blanco. -          Gracias su señoría. Y bien, esper