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ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 31, PARTE 1

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                                                        EXIT ULANO, EXIT ULATA     El primero de año el mucamo oriental de la Residencia de Mittelmongolia se despertó más tarde que de costumbre. El despertador, producto nacional anterior a la apertura económica de Mittelmongolia, se había parado inexplicablemente en mitad de la noche.     Sobresaltado, se apresó a vestirse para ir a despertar al Embajador. Golpeó a la puerta del departamento que éste ocupaba en el primer piso, sin obtener respuesta. Dejó la bandeja con el desayuno sobre una mesita de la antecámara, y abrió. Lo que vio lo extrañó sobremanera: la cama estaba hecha y el cuarto ordenado. Ulano sentado en un sillón, con los ojos abiertos, tenía una extraña expresión fija. Su mano derecha reposaba sobre el brazo del sillón, y en el suelo había un vaso: obviamente se había desparramado su contenido, lo que se advertía por una mancha de líquido en la alfombra a su alrededor. El mucamo reconoció el Tom Collins que Su Excelencia

TOMA Y DACA

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           En la historia de la Fórmula 1, deambularon grandes corredores, campeones y rivalidades. Entre estas últimas, la más destacada – o la más taquillera – fue, durante gran parte de la década de 1970, la del austríaco Niki Lauda con el británico James Hunt, de la cuál hasta se hizo una muy famosa película. En el podio, muy cerca de esta rivalidad mencionada, se encontraba la del francés Alain Prost y el brasileño Ayrton Senna. Primero fueron compañeros de equipo, en la escudería Mac Laren. El galo había sido bicampeón mundial primero y era el principal piloto de la escudería. Sin embargo, el brasileño obtuvo un campeonato, amenazando el liderazgo de su compañero y ambos empezaban a mirarse de reojo. En 1989, Prost, después de polémicas declaraciones cruzadas con Senna, anunció en plena temporada que dejaba la escudería para pasar a Ferrari el año siguiente.          Durante esa última temporada de Prost en el equipo británico, el duelo entre los dos era más y más áspero. En el

ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 30

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                                                             Y EN EL JUZGADO...     En el Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 119, el Juez de Instrucción doctor Terribiletti se mesaba una barba entrecana y algo desprolija, mientras se dirigía al Secretario Dr. Schantung pronunciándolo, algo traviesamente como "Chantún", derivado de "chanta".     "Pero Chantún, ¿cómo me viene con esta sentencia? Hágame el favor..."     "Vea, doctor, la prueba está en el expediente: Foffeti odiaba a Vegas y Navalcarnero se aprovechó para sellar con sangre un pacto que en realidad nunca existió. Estaba cegada por su ambición, y tomó como quiso las palabras de Foffeti, un poco imprudentes es cierto, pero que jamás hubiesen debido prestarse a la interpretación que ella les dio. Foffeti es inocente..."     "No me joda, doctor, aquí no hay ninguna prueba. O metemos a los dos adentro, o no metemos a ninguno. Pero desde el momento en que la alegación de Foffeti

ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 29, PARTE 3

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    Consultorio del Dr. Ireneo Shrink.     Noviembre 10, 19..     Del libro de notas del Dr. Shrink:     "Foffeti y Violeta detenidos. Hildebrand Otto contentísimo, según me dijo porque también tenía cuentas que arreglar con Foffeti. Parece muy aliviado. Cuando se enteró de la muerte de Vegas tuvo una sesión muy larga con Lilí, su putita. Según me contó, el tema teatral que reprodujeron con Lilí fue el siguiente: el pequeño Ottito (como le decía la mamá) se portó mal y fue un chico travieso. Mató al gato y Mamá estaba enojada. Mamá (personificada por Lilí, por supuesto) le pegaba en la cola con una regla dura. Ottito sufría, pero experimentaba placer, como Jean-Jacques Rousseau cuando lo disciplinaba su maestra. En un momento determinado, Ottito se rebelaba y perseguía a su mamá hasta que la encontraba, le levantaba la falda y le hacía chas-chas en la colita. Luego, Ottito le pedía perdón y la mamita se lo otorgaba. Todo esto culminaba en una homérica sesión sexual llena de perver

ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 29, PARTE 2

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      Consultorio del Dr. Ireneo Shrink, septiembre 26 de 19..     Del libro de notas del psiquiatra:     "Muy preocupado. Hildebrand Otto más Mr. Hyde que nunca. ¡Vegas murió! Asesinado por una dosis infernal de cianuro de potasio. Explotó. No lo acusé, pero lo miré fijo. Bajó la vista y se rió. No me gusta nada que se haya reído, es típico de cuando miente. Después me dijo que no, que había sido un tal Foffeti a través de una amante que tiene y que se llama Violeta. Después entró en una narración muy confusa, habló de su venganza y de cómo en la fiesta había embromado a uno de sus enemigos (¿estaría hablando de Vegas?) y siguió diciendo que lo había ayudado un amigo suyo, un tal Méchant, que se había ganado la confianza de una empleada de la Embajada, una señora Ulata.     "Yo ya no entendía nada, pero tenía miedo de preguntarle, no fuera cosa que después creyera necesario... silenciarme. Todo eso no tiene pies ni cabeza, ¿quién va a matar a alguien en medio de una fiesta d

ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 29, PARTE 1

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                                                             UNA DENUNCIA ANÓNIMA     Consultorio del Dr. Ireneo Shrink, septiembre 10 de 19..     El doctor Ireneo Shrink quedó muy pensativo, mientras miraba la espalda de su último cliente que acababa de despedirse con un apresurado apretón de manos. Lo veía levantarse el cuello del impermeable negro y ponerse un extraño sombrero de alas anchas, también negro, bien calado sobre los ojos.     En su larga vida de psiquiatra, pensó, había visto de todo: abismales egoístas, redomados Tartufos, incorregibles putas, promiscuos homosexuales, fabuladores, mitómanos, parlanchines y mudos, paranoicos y psicópatas, en suma, toda esa abigarrada fauna que concurre habitualmente a los santuarios de Villa Freud. Pero ninguno lo dejaba con esa misteriosa impresión de inseguridad personal, de amenaza de violencia, de extrema inestabilidad, como este Hildebrand Otto Schmuziger. A esos inquietantes sentimientos debía, en su fuero más íntimo, agregar otro

ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 28, PARTE 3

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      En diciembre hubo ascensos en el Cuerpo de Policía, y el Escribiente Mayor Mazzuchelli accedió a la categoría de Subteniente. Tras la reflexión, fue a agradecérselo a Menchaca. Aunque sabía bien la proveniencia del ascenso, también le había pedido a su Jefe la intervención, y había que dejar constancia del agradecimiento ficto, sino era como darle estado público a su convicción de que Menchaca no había hecho nada. Por lo demás, al Comisario le faltaba bastante para jubilarse, y podía reencontrárselo en alguna otra jefatura... parece que lo iban a mandar al frente de Defraudaciones y Estafas. Ya delante del Comisario le dio el Ave María.     "Permiso, mi Jefe".     "Adelante, Subteniente", le dijo, tratándolo por el nuevo rango.     "Gracias a usted".     "Agradézcalo a sus méritos".     Menchaca se quedó viéndolo un ratito. "Cha que soy boludo" - pensó - "recién me doy cuenta". Y a continuación:     "Usted tuvo esa