ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 30
Y EN EL JUZGADO...
En el Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 119, el Juez de Instrucción doctor Terribiletti se mesaba una barba entrecana y algo desprolija, mientras se dirigía al Secretario Dr. Schantung pronunciándolo, algo traviesamente como "Chantún", derivado de "chanta".
"Pero Chantún, ¿cómo me viene con esta sentencia? Hágame el favor..."
"Vea, doctor, la prueba está en el expediente: Foffeti odiaba a Vegas y Navalcarnero se aprovechó para sellar con sangre un pacto que en realidad nunca existió. Estaba cegada por su ambición, y tomó como quiso las palabras de Foffeti, un poco imprudentes es cierto, pero que jamás hubiesen debido prestarse a la interpretación que ella les dio. Foffeti es inocente..."
"No me joda, doctor, aquí no hay ninguna prueba. O metemos a los dos adentro, o no metemos a ninguno. Pero desde el momento en que la alegación de Foffeti en sentido de que no la indujo a matar a Vegas tiene algún asidero... y lo tiene, porque yo no lo creo capaz a ese mamarracho de mandar matar a nadie, entonces tampoco hay pruebas contra Navalcarnero. La mujer se mantiene en sus trece, que ella no lo mató. ¡Si hubiera confesado...! Pero nada, y para mí no miente. ¿Cómo le iba a encargar Foffeti el asesinato? ¿Si fue una casualidad que ella y Vegas estuvieran juntos en la fiesta de Mittelmongolia? Y además, ¿a quién se le ocurriría encargar a una mujer, diplomática y de las calidades de ésta, un crimen? Si lo hubiera hecho un malevo a sueldo, a sueldo, bueno... pero una mujer como Navalcarnero... ¿Usted la vio bien?"
El doctor Schantung bajó los ojos. Sí, la había visto bien. ¿Y qué le contaba el juez de esa vida doble de Navalcarnero, que mantenía un affaire sentimental con un individuo del hampa, según el testimonio de Radelgrueber?
Pero Terribiletti continuó con despiadada lógica:
"No, doctor, nos vamos a cubrir de ridículo si los mandamos a plenario. Para mí, Navalcarnero estaba interesada en agarrar a Foffeti, aunque no le envidio el gusto. En fin, la ambición y todo eso que dice usted. Cuando vio que las circunstancias se lo permitían, ahí tentó echarle el garfio al Toto, como lo llaman en su casa, fingiéndose autora. Y aquí interviene la vanidad de Foffeti: ¿Quién otro podía creerse este cuento?"
"Salvo usted mismo, mi querido Chantún" pensó el Juez y continuó en voz alta: "¿Quién otro podría sobreestimarse tan desproporcionadamente como para considerarse el premio mayor de la lotería nacional?"
El doctor Schantung escuchaba en silencio, no se atrevía a interrumpir al Juez, pero también pensaba que a alguien había que condenar, y que Navalcarnero con todas sus complejidades era una candidata ideal.
"Navalcarnero siempre tenía la salida de que le estaba haciendo una broma. Foffeti había sufrido algunas veces el sentido del humor un poco... áspero de su amiga. Pero cuando ésta vio que se tragaba la carnada con anzuelo y todo, siguió adelante. Esto se mezcló con la rabieta por la infidelidad del Embajador con su colega Marta Nosecuantos, y ya no se vieron más".
"Bueno, doctor, aún cuando no haya habido instigación de Foffeti, Navalcarnero pudo hacerlo por su cuenta, queriendo ejercer una venganza personal... de paso, le hacía creer a Foffeti que había cometido el asesinato por inspiración suya y lo tenía a su merced. Eso está abonado por el valioso testimonio de Roberta Pinkey".
"Roberta Pinkey tiene imaginación, no obstante su aspecto general de solterona ridícula. Pero usted es el Secretario de un Juzgado de Instrucción, doctor, y ¿me va a decir en qué consistió la confesión de Navalcarnero a Pinkey?"
"Bueno, no se lo dijo con todas las letras, pero hay indicios vehementes..."
"Por eso les enchufamos la preventiva y ya fuimos bastante lejos, Schantung. Diga que yo estaba de vacaciones y que la doctora Novatti era medio... inexperta... que si yo estoy no le firmo ese auto, doctor... pero de ahí no puede pasar la cosa".
Terribiletti volvió a su barba, y reflexivamente añadió:
"Los hechos, Chantún, los hecho. ¿Le confesó Navalcarnero que había matado a Vegas?"
"No, pero hubo una tentativa..."
"Ni por tentativa va a poder meterla adentro, doctor, porque los medios no eran idóneos y ella lo sabía. Simplemente que se desahogó y le pegó dos bastonazos y alguna cachetada. Bien merecidos, por otra parte".
Aquí se rindió Schantung. Con aire desprotegido, atinó a tartamudear:
"¿Y entonces qué hacemos?"
"Schantung, está clarito. Si hasta el Fiscal pidió S.P."
Y así salieron, con sobreseimiento provisional por falta de pruebas. El día en que Violeta dejó la cárcel, la estaba esperando su abogado. Se saludaron con un beso en la mejilla y Violeta, impulsiva, le dio un leve beso en los labios. Se tomaron del brazo y fueron hacia el auto del Dr. Diletante.
Continuará...
Gastón Lejaune
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