VICENTE DUMARS, CAPÍTULO 3
“Andá a calentar, que en unos minutos vas a entrar”, escuchó. Se levantó del banco de suplentes y se le doblaron las rodillas. Miró a su alrededor, el estadio un poco menos que medio lleno. Empezó a moverse sin sacarse su gorro y sus guantes. De pronto, el entrenador lo llamó. “Escuchá, le dijo, quiero que hagas lo mismo que en las prácticas. Pedí la pelota, agarrala y llevala hacia adelante”. Vicente estaba demasiado ansioso para entender, sólo quería entrar. El cambio llegó, con el número 16 en la espalda, comenzaba su carrera. Fue a buscar la primer pelota de modo tan acelerado que cometió una falta y se ganó la tarjeta amarilla. Se serenó, Danubio recuperó la pelota y él la pidió. La mostraba, la escondía, la llevaba pegada al pie y no podían con él. Recurrían al juego brusco, pero no se inhibía, seguía pisándola, acariciándola y dominándola. El público enmudecía,...