VICENTE DUMARS, CAPÍTULO 1


 

         “Bo, tenés mucha garra, pero no tenés condiciones. No me servís. Tipos de tus características, tengo mil acá adentro” oyó Nelson por quinta vez en dos meses. Se dio cuenta de que ya no podía ser y debía dedicarse a otra cosa, aunque se decía que iba a poder, más por auto convencerse que por otra cosa. Lloró solo, desconsolado mientras tomaba una ducha y posteriormente mientras se cambiaba. No quería enfrentar a su padre, no deseaba darle la razón admitiendo su fracaso. Salió de Tacuarembó con la cabeza gacha, se subió al colectivo sin pronunciar palabra. Ya no escuchaba más a la hinchada de Peñarol gritando sus goles y coreando su nombre luego de un superclásico. Las tapas del diario, los pósters y las notas que siempre soñó, se esfumaron para siempre. Miraba por la ventanilla el paisaje y suspiraba. “Te dije que esto no era lo tuyo, que te dejaras de bobadas, ¿por qué no me hiciste caso?”, escuchaba en su cabeza una y otra vez. “El fútbol es para pocos, no tenés ni condición ni carácter para bancarte eso”, retumbaba en él como si tuviera un pájaro martillándole la cabeza. Cerró la cortina, se dio vuelta y durmió el resto del viaje.

Continuará...

El Puma

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