EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 11 (FINAL)


 

Alicia quedó petrificada. Blanco solicitó inmediatamente la anulación del juicio y que se libere de culpa y cargo a su cliente. El juez así lo hizo de inmediato. Alicia abrazó a su abogado y se marchó, mientras que Blanco se dirigió a la oficina del juez para finiquitar los trámites. Elvira miraba con desprecio tanto a la acusada como al abogado defensor. Tanto es así que, al finalizar, ni siquiera lo saludó y se retiró a su oficina. Blanco se sonrió, un poco por la satisfacción de haber ganado la contienda y otro poco por lástima hacia su colega a quien, el fondo, respetaba mucho. Al salir del juzgado, caminó por los pasillos en dirección al ascensor. Cuando iba llegando para llamarlo, escuchó un ruido. Era un sonido de dos personas respirando con cierta agitación y provenía de las escaleras. Se asomó y su sonrisa pasó al gesto adusto: Alicia estaba allí besándose con Humberto Rivera. Solo atinó a hacer un gesto de negación moviendo su cabeza y retirarse. “Ya me va a venir a buscar cuando el tipo este la cague, si tiene suerte. ¡Que mina más pelotuda!”, se dijo con un dejo de bronca y otro más grande de resignación. Por lo menos le quedó la satisfacción de haberle ganado una vez más al tenaz fiscal Manuel Elvira.

El Puma

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