A CONFESIÓN DE PARTE, CAPÍTULO 4
- Bueno, usted sabrá que tuve otras aventuras… - Dejame terminar la idea. Todas con hombres casados. - Evidentemente no hay forma de que lo sorprenda, padre. - Soy hombre de Dios, hija. Me entero hasta de lo que no quiero. - Falta que me diga que es Dios, capaz que hasta lo creo. - No me tomes el pelo, hija mía. - Perdón, padre. ¿Sigo? - Cuando vos quieras. - Después de divorciarme de Felipe, apareció Esteban. Lo corté porque me involucré con mi jefe. Me imagino que vio los noticieros de ese entonces. - Sí, muy a mi pesar. De lo único que se hablaba era de Humberto Rivera y sus aventuras amorosas. Además del asesinato de su esposa, tema que la justicia no resolvió. - No solo fue con Rivera. - No hacía falta que me lo aclararas. Vi tu declaración y tus respuestas ante los nombres de cada una de tus conquistas. Mejor no entremos en esos detalles. Ni tampoco