ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 4
UN ROMANCE EN CAPULLO Sphincter estaba sentado en el Chesterfield de cuero de su escritorio, ojeando distraídamente el último número de la revista Playboy que le había traído el correo. Mientras saboreaba las atractivas imágenes de la revista, emitiendo de cuando en cuando, y en sordina, algún silbidito apreciativo, o un contenido: "Qué tetas!", su imaginación lo llevó a recordar a Dorinda. La asociación de ideas no era enteramente caprichosa, ya que se recordará que en la primera y única entrevista que mantuvieron, la susodicha tenía puesta una blusa algo transparente cuyos tres primeros botones estaban desabrochados. La recordó con agrado, porque la chica le había parecido apetitosa, no obstante estar un poco pasadita de punto. Pero tenía algo, cómo calificarlo...no sabía Sphincter qué, una mezcla de intelectualidad ‑revelada por el libro que leía‑ y de ausencia o de distancia, traicio