FRONHA: LOS ANDERSON AL ESTRADO, CAPÍTULO 2
El fiscal no perdió tiempo y llamó a declarar a Todd
Anderson. El otrora presidente caminó tranquilo hacia el estrado. Luego de
ponerse bajo juramento, comenzó el interrogatorio. “Señor Anderson, ¿cómo es su
tren de vida en la actualidad?
-
Pues en este momento estoy declarando
frente a usted.
-
Me refiero a un día normal suyo.
-
Yo no sé a que le llama normal en esta
situación.
-
Le pido, por favor, que no me tome el
pelo.
-
Yo no podría tomarle el pelo, señor
Iramahí.
-
¡Iramahín!
-
Como sea.
-
Señoría, intervino Tedd, ¿debemos
someternos a este interrogatorio poco serio? Porque, de ser así, solicito que
se nos deje ir y terminar con esta payasada.
-
Señoría, respondió el fiscal, estos
señores están queriendo convertir este juicio en un circo.
-
Señor fiscal, respondió el juez, ¿va a
hacer un interrogatorio serio? Porque no quiero perder mi precioso tiempo en idioteces.
-
Será un interrogatorio serio, señoría.
-
Pues, proceda.
-
Gracias, señoría. Señor Anderson,
empecemos por el principio. ¿Qué función cumplía su otro hermano, Óscar?
-
Usted se refiere al pastor Ih Mamousch.
-
Así se hacía llamar, pero todos sabemos
que su nombre es Óscar Anderson.
-
Él es un hombre de fe y creó la suya
propia. Muchos feligreses lo siguieron.
-
Cuéntenos sobre Óscar.
-
Pues Óscar era su nombre de nacimiento, el
que figuraba en su documento de identidad. Pero su fe hizo que se convirtiera
en Garchahar Ih Mamousch.
-
¿Y qué nos puede contar de la gente que torturaban
en los rituales de su hermano?
-
Yo soy un partidario de la libertad
religiosa.
-
¿Y qué me dice de los que denunciaron
vejaciones por parte de los feligreses de su hermano?
-
Yo no puedo hacerme responsable de lo que
hace mi hermano.
-
Casualmente, todos ellos eran prisioneros
de su régimen y gente que desaparecía.
-
¿Y volvieron a aparecer?
-
Sí, pero…
-
Entonces, ¿qué es lo que quiere saber de
mí? Me está haciendo perder tiempo precioso, señor Iramahí.
-
¡Iramahín! ¡Es Iramahín!
-
Bueno, bueno, como sea.
-
Volvamos a lo importante. ¿Usted enviaba a
prisioneros… o, mejor dicho, a opositores a su régimen a ser vejado por los
feligreses de su hermano Óscar?
-
Por supuesto que no.
-
¿Cómo llamaría a lo que hacía su hermano?
-
Hacía sus rituales religiosos.
-
¿Y usted qué opinaba al respecto?
-
No me meto en esos asuntos.
-
¿Nunca habló de eso con su hermano?
-
Yo no profeso, ni me interesa la fe de mi
hermano.
-
¿Y de qué hablaba con su hermano?
-
Pues de cosas triviales.
-
¿Nada más?
-
Y nada menos.
-
¿Usted se burla de mí?
-
En absoluto, señor Iramahi.
-
¡Iramahín!, señor. ¡I ra ma hín!
-
Bueno, bueno, bueno. ¿Me va a interrogar o
a corregir?
-
No me falte el respeto, señor.
-
Usted se lo falta solito.
-
Señoría, no voy a permitir esto.
-
Señor fiscal, intervino el juez, vaya al
grano, por favor.
-
Está bien, señoría. Señor Anderson, ¿qué
me dice de los fusilamientos?
- Estaba dentro de la Carta Magna. Y aún lo sigue estando. Desde las épocas de los últimos reyes.
Continuará...
El Puma
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