REPORTAJES DE BORIS STEPANEK: PEDRO VLAOVIC, CAPÍTULO 4


 

- ¿Cómo terminás con Mercedes?

- Fue raro. Porque durante el noviazgo y los primeros meses, casi nunca cruzamos palabra.

- ¿Cuándo empezaron a cruzar palabras?

- Daniel había sido echado de esa empresa durante el noviazgo. Consiguió otro trabajo y todo parecía estar bien. Hasta que... Daniel 'renunció'... bueno, eso es lo que dijo él. El matrimonio se empezó a romper. No había que ser un genio para darse cuenta de eso. Hasta mi vieja empezó a notar que algo andaba mal. Mercedes descubrió a Daniel cuando ya estaban casados y entró en un laberinto del que nunca pudo salir. No sé por qué, pero me picó la curiosidad un día que almorzamos todos en lo de mi vieja y nos dimos cuenta de que algo andaba mal. Yo, en particular, noté algo raro en un momento en que Mercedes se paró y pegó un gemido de dolor. Corto, porque lo reprimió como pudo. Ahí me di cuenta de que Daniel le había pegado. A los pocos días, me fui a la empresa donde Mercedes trabajaba y me saqué las dudas. Salió con un pañuelo en la cabeza a modo de burka y unos lentes oscuros grandes. Fuimos a tomar un café y me terminó contando todo. Ella había empezado a engañarlo en cuanto él empezó a maltratarla.

- ¿Por qué nunca se divorció?

- En esa época no era tan fácil como ahora. Él no se lo daba porque ahí ella lo dejaba de mantener. Se enteró de que Mercedes la estaba engañando con un compañero suyo de trabajo. Se habían ido un fin de semana de laburo a Montevideo. Alguien le avisó a Daniel y él hizo el resto. No la mató de casualidad. Cuando la vi, me quedé duro. Tenía la cara hinchada y los dos ojos morados, además de moretones en los brazos.

- ¿Nunca nadie se animó a denunciarlo?

- Tenía miedo. Porque no conforme con eso, fue a la casa del amante y le rompió el auto con un bate.

- Insisto, ¿nadie lo denunció?

- No. El muy cobarde fue cuando el tipo no estaba en la casa. Fue a darle un susto a la mujer, que encima estaba embarazada y estaba con sus otros hijitos. Después llamó, habló con él y le dijo que si lo denunciaba, él le iba a contar todo a su mujer.

- Más que un cobarde, un genio maligno.

- Cobarde, sí. ¿Genio? Ni ahí. Maligno, sin dudas. Y cruel, extremadamente cruel.

- ¿Tuviste muchas agarradas con él?

- De chico, le gustaba provocarme para después hacer lo que más disfrutaba: cagarme a palos.

- ¿Y de grande?

- La última vez, empezó a hacer lo mismo, pero verbalmente. Me dio una piña, la bloqueé y le metí una yo. Nunca más me volvió a provocar. Y nunca más volvimos a dirigirnos la palabra.

- ¿Ni siquiera cuando iban a almorzar con tu vieja?

- Más que 'hola', 'chau', 'me pasás la sal', no había diálogo. Yo iba por mi vieja, porque aun llevándome mal con ella, no dejaba de ser mi vieja.

- Y después de la muerte de Daniel, ¿cómo siguió la relación con ella?

- Yo iba a verla una vez por semana. La muerte de Daniel la destrozó. Vivió poco tiempo más. Al principio iba por el barrio llorando frente a quien se tomaba un minuto para escucharla, hasta que la gente le empezaba a huir. Después se empezó a quedar en la casa. Cada tanto me llamaba para hablarme de él. Los últimos meses, iba a la casa de Daniel como si se tratara de un santuario.

- ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

- Dos días antes de que falleciera. Me llamó un vecino de la casa de Daniel para decirme que mi vieja estaba sentada en la puerta con un cuchillo, insultando y amenazando a los que pasaban por ahí. Cuando llegué, ella me confundió con mi hermano. Por suerte, actué rápido y le seguí el juego, logrando sacarle el cuchillo y llevándola a su casa. Me quedé con ella hasta que conseguí una enfermera. Le di instrucciones para que me llamara en caso de que algo ocurriera. Lo hizo a los dos días para decirme que murió.

- ¿Y en el medio no llamaste?

- Cada vez que yo llamaba, algo pasaba. Decidí que esta vez me llamen a mí para avisar. Sabía que iba a pasar algo. Eso sí, me había sorprendido el tiempo pasado. Estuvo a punto de llamar. Fue telepatía.

- ¿Te imaginabas el motivo?

- No. Pensé en un episodio similar al anterior. No me di cuenta de que lo anterior había sido lo último. La dejé en su casa dormida. Fue el final. En los dos días siguientes, se quedó en la cama y dejó de comer. Se dejó morir en suma.


Continuará...

Boris Stepanek

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