SONREÍR PARA CURAR
El día era de esos en los
que uno deseó no haberse levantado de la cama. Salí temprano a laburar, con la
idea de abrir el estudio y desayunar tranquilo antes de largarme a la calle y a
las reuniones.
Llegué con el café y las
medialunas de la esquina listo para ver mi itinerario. En el escritorio, tenía
un expediente y un mensaje escrito a mano de mi socio para tomar una audiencia
a las 8.30. en un caso de defensa del consumidor en Coghlan. Me atraganté con
las medialunas, además de quemarme la lengua con ese café. Tomé un taxi y me
leí el expediente para ver bien de qué se trataba y qué argumentos iba a
utilizar. Cruzar Belgrano fue un infierno. Llegué sobre el tiempo de tolerancia
y me comí insultos varios de la otra parte, además de la más que visible cara
de culo de la mediadora. El caso era muy sencillo, la empresa que
representábamos debía enviarle al cliente un termotanque y se había demorado.
Pero, al día de la audiencia, el actor ya tenía su termotanque en su casa. Por
lo general, en esos casos se desestima la demanda. Pero este tipo resultó ser
tan pelotudo que la quiso seguir igual, pidiendo un resarcimiento por los días
que esperó ya que su tiempo valía. El mediador, que no quería quedarse sin
cobrar sus honorarios, concedió. Y encima de todo, le dio manija. Mi valioso
tiempo perdido en aguantarme a tamaño imbécil debería ser muy bien remunerado.
Solicité una nueva audiencia. Al divino botón, porque no pienso negociar ningún
monto. Si el tipo después quiere usar su valioso tiempo en tribunales, para arruinarle
el valiosísimo tiempo a su Señoría, allá él.
Para la vuelta, me tomé
el tren. Durante el viaje, me suena el celular. Era Andrea Tellucci para
decirme que descubrió que su ex marido no declaró una cuenta en Panamá y que lo
quería despellejar. Que manera de hablar, una cotorra es muda al lado de esta
mina. Yo creo que nadie la avanza porque, a pesar de ser muy linda mujer,
después de escucharla un rato y con esa voz insoportable, prefieren huir. No sé
cómo hizo el ex para aguantarla tantos años. Capaz era sordo y al curarse y
escucharla, se rajó de ahí.
Llegué al estudio y me
esperaba Fabricio Gemelli por la demanda de despido. No sé por qué me rompe
tanto las pelotas, si no hay chance de que pierda el juicio. ¿Dónde se vio un
juicio laboral en el que gane el empleador? Aunque en su caso, capaz que puede
haber una primera vez. Lo que sería eso si aparece en la jurisprudencia.
Ni tiempo tuve de
almorzar. Tenía otra reunión y ahí me comí un sándwich y después tomé un café.
Desastre, cuando estaba todo listo para que Vicente Dumars firmara para
Independiente, apareció el estúpido del padre y pidió más plata. Nunca quiso
que el pase se hiciera.
Volviendo a la oficina,
me suena el celular. Era mi mamá preguntándome si iba a estar esa noche En el
cumpleaños del tío Antonio. Le estaba por decir que sí, pero otra llamada
urgente me hizo postergar mi respuesta. Me tuve que ir hasta Flores a reunirme
con un cliente y la otra parte. Después de horas de intentar razonar con un
cuadrado y la rata inmunda que contrató como abogado. Un patotero de cuarta,
casi nos vamos a las piñas. Llegué al estudio para dejar las últimas cosas e
irme. Me iba para mi casa y me acordé del cumpleaños del tío Antonio cuando
estaba llegando. Sin entrar a mi casa, me tomé un taxi y me fui. Llegué cuando
ya habían soplado las velas. Mi día no pudo haber sido peor. Pero cuando
escuché los pasos acelerados y la voz de mi sobrina que se abalanzó sobre mí y
me dio ese abrazo tan sentido, toda la tensión y todo el malhumor se borraron
como por arte de magia. Ese pequeño gesto fue todo lo que necesité para hacer
algo que no hice en todo el día: sonreír.
El Puma
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