EL SPRINT FINAL NO LE ALCANZÓ

 


Mucho se habló, y se habla habitualmente, de la temporada de Boca Juniors. Hasta hace un poco más de un mes, su clasificación a los playoffs estaba en duda, antes del choque ante Barracas Central como visitante. A raíz del triunfo ante el equipo identificado con Claudio "Chiqui" Tapia por 3 a 1, y con un cambio obligado por lesión de Rodrigo Battaglia, el equipo empezó a levantar un poco el rendimiento y a obtener resultados positivos. La inclusión de Milton Delgado, resistido por la dirigencia según radio pasillo habiendo sido el mejor jugador de la primera mitad del año, le dio libertad a Leandro Paredes para la creación de juego y un pequeño salto de calidad para la levantada. Un triunfo en el superclásico lo catapultó en las primeras posiciones y ante una situación inmejorable para enfrentar la fase de playoffs.

Un triunfo ante Talleres por 2 a 0 en octavos de final le dio cierta tranquilidad a pesar de haber sufrido más de la cuenta, con un penal atajado por Agustín Marchesin que hubiese dado a los cordobeses el empate transitorio. Luego una victoria ante Argentinos Juniors por la mínima con un tanto conseguido en los primeros minutos para luego cederle la pelota al rival ilusionó a muchos, debido a que fue ante uno de los mejores equipos del año y fue con solidez, aunque con poco juego. En la semifinal le tocó una prueba de fuego. Racing, con su irregularidad a cuestas, pero con picos de muy alto rendimiento cuando juega bien, era un obstáculo muy complicado. Y la "Academia" tuvo una buena noche, desnudando todas las falencias "xeneizes" que el sprint final había tapado. 

Como reza un viejo adagio: "quien mal anda, mal acaba". El año de Boca no fue bueno en ningún momento. Tras un comienzo en el que recibió un baldazo de agua fría quedando afuera de los certámenes continentales ante Alianza Lima, en la Bombonera, la continuación no fue mejor en la primera mitad del año. Se esperó a perder un superclásico para echar a Fernando Gago como entrenador y no tener que hacerlo cuando fue eliminado por los peruanos en el repechaje de la Copa Libertadores. Con la llegada de Miguel Ángel Russo días antes del comienzo del Mundial de Clubes, la vorágine mediática fue mayor a la del juego desplegado por el equipo. En el nuevo certamen continental, unos buenos minutos ante Benfica y Bayern Munich quisieron mostrar que el equipo era otro, pero un pobre empate ante Auckland City, lo puso en evidencia. 

En el certamen local, comenzó muy mal y con un entrenador que mostraba problemas de salud ya inocultables. Entre el morbo de los medios por mostrar a un Russo en mal estado y lo poco que mostró la dirigencia por querer preservarlo, se desarrollaba la segunda mitad del año. Finalmente, la salud le dijo "basta" al entrenador, quien tuvo que quedarse en su casa hasta el último día de su vida. Claudio Úbeda, ayudante de Russo, tomó la posta. Sus antecedentes no eran los propicios para dirigir a Boca, pero la dirigencia "xeneize" sigue sin traer entrenadores con los pergaminos necesarios y así es como el club pasa otro año más sin dar una vuelta olímpica. Ya van tres. 

El rendimiento durante el año no fue bueno, a pesar de que en los últimos encuentros se habían calmado las aguas y el equipo encontró cierta tranquilidad. La llegada de Leandro Paredes luego del Mundial de Clubes, le dio un salto de jerarquía y la inclusión de Delgado le dio un plus. No le alcanzó y ese sprint final no fue suficiente. El único consuelo que le queda al equipo de la Ribera es que el año próximo jugará la Copa Libertadores tras dos años de ausencia. 

El Puma

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