JUGADORES QUE SE PUSIERON CAMISETAS OPUESTAS: LUIS FIGO, IDOLO Y TRAIDOR EN IGUAL ESCALA
En el último año de Johan Cruyff dirigiendo a Barcelona, realizando un recambio en el plantel, el neerlandés puso los ojos en un joven portugués que se destacaba en Sporting Lisboa y ya daba que hablar. Juventus y Parma habían puesto los ojos en él, pero los catalanes primerearon y se llevaron al mediocampista ofensivo lusitano.
Destacó enseguida en el conjunto culé siendo titular desde el primer partido. En el primer año, la transición se sintió y el equipo multicampeón vivía una adaptación nueva. La dirigencia lo tomó así y usó ese pretexto para despedir al histórico Cruyff de forma arbitraria, culpándolo por los resultados obtenidos ese año y olvidándose de que el neerlandés le dio cuatro ligas consecutivas practicando un fútbol de alto calibre.
Luis Figo fue el mejor jugador de ese recambio y se ganó el cariño de la afición barcelonista desde el principio. Tal fue su ascendencia en el plantel que llegó a ser uno de los capitanes del equipo junto a Josep Guardiola. En su segunda temporada, con la idea de volver a ser campeón, Barcelona contrató al brasileño Ronaldo. Si bien el año fue muy bueno, obteniendo la última edición de la Recopa de Europa (certamen en el que jugaban todos los campeones de copa de liga), no logró obtener el campeonato por muy poco margen. Figo volvió a ser trascendental, formando junto al brasileño una gran sociedad ofensiva.
Ronaldo se fue sorpresivamente de Barcelona a Inter y llegó otro brasileño para reemplazarlo: Rivaldo. Fue con él que Figo mejor se sintió en la cancha y abastecía a la delantera. En el banco, se contrató a otro sobresaliente entrenador neerlandés, campeón de todo con Ajax Ámsterdam: Louis Van Gaal. Se ganó la liga y en el balcón de la alcaldía de la Ciudad Condal, los jugadores, con Figo a la cabeza, cantaban al unísono: "Blancos (en alusión a Real Madrid), llorones, saludad a los campeones". Otra vez repitió el ritual doce meses después.
En la vereda de enfrente, comenzaban a no saberse tan superiores como la historia lo marcaba. Los catalanes empezaron a pelearle el liderazgo a Real Madrid y los capitalinos debían impedirlo a toda costa. En 2000, se celebraban las elecciones en el club merengue. Uno de sus candidatos, Florentino Pérez, en la campaña electoral, hacía hincapié en que las mayores estrellas del fútbol mundial debían vestir la camiseta blanca. Y redoblando la apuesta, prometió que, si ganaba la elección, iba a traer a Luis Figo a Madrid. Florentino ganó y.… no le quedó otra que cumplir su promesa. La cláusula de rescisión del portugués era de 61 millones de euros. El flamante presidente, hombre que apuesta fuerte, desembolsó ese monto. Solo restaba saber si uno de los capitanes de Barcelona iba a cruzar de vereda. Todos daban por descontado que no lo haría.
Sin embargo, en un fin de semana, el mundo del fútbol quedaba boquiabierto: Luis Figo, figura y emblema de Barcelona, aparecía presentado como nueva figura de Real Madrid. Fue el primero de los jugadores galácticos que contrató Florentino Pérez. El titular madridista siguió con la misma política en los años siguientes trayendo a Zinedine Zidane, Ronaldo y David Beckham, pagando cifras astronómicas por esas figuras.
Donde más sorprendidos estaban era en Cataluña. Los simpatizantes culés estaban shockeados e indignados. El portugués pasó de ser ídolo indiscutido a ser considerado un "mercenario y un traidor". A tal punto llegó la bronca, que hasta a alguno de los dolidos barcelonistas se le ocurrió hacer una página web con el nombre "antifigo" En los dos meses que pasaron desde que el entonces capitán de la selección portuguesa se marchó hasta que regresó dos meses después para jugar con la camiseta del eterno rival, la herida se iba abriendo más y más. Cuando el lusitano pisó el Camp Nou, un coro de abucheos, silbidos e insultos tronaba en forma ensordecedora en los cuatro rincones cada vez que tocaba la pelota. Ni que hablar cuando iba a patear un tiro de esquina. Aparecieron banderas en su contra, la más notable rezaba: "Figo pesetero, sin ti seremos primeros".
Quizás, de los pases a equipos rivales, este debe haber sido de los que más ruido hizo. Pero la vida siguió. Fueron cinco años de gloria en Real Madrid, ganando la U.E.F.A Champions League y otras ligas locales. Hasta que se fue a Inter, donde jugó los últimos cuatro años de su carrera, obteniendo cuatro scudetti. Un gran jugador, de buen porte, habilidoso, creativo y con una gran pegada. Impulsaba a su equipo (sea cual sea) hacia adelante y era muy fácil para él ganarse el cariño de su afición de turno. Sin embargo, a pesar de destacar en el juego, será recordado más por su "traición" que por sus logros futbolísticos. En Cataluña, llegó a ser ídolo y traidor en igual escala.
El Puma
Gracias!
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