ESE AMIGO ESPECIAL

 


Es una mascota, un animal, un simple perro para algunos. Es mucho más para otros. Es ese amigo fiel e incondicional que da todo y no pide nada a cambio. Es el que está al lado tuyo firme cuando estás triste, el que salta de felicidad cuando te ve bien, el que te espera en la puerta de tu casa cuando te vas, el que te sigue por toda la casa hasta cuando vas al baño. 

Un perro representa una etapa de la vida de las personas, como la niñez y la adolescencia. Es ese amigo que nos acompaña cuando nos encontramos solos. Cuando no queremos compartir pensamientos o sentimientos con nuestros padres o hermanos, por ese orgullo que nos nace durante la adolescencia más cercano a la vergüenza que a la valentía, lo hacemos con ese perro que está sentado o acostado al lado nuestro, escuchando todo lo que decimos y entendiendo mucho más de lo que pensamos. Es aquel al que protegemos de nuestros padres cuando se mandaron una macana y los buscan para castigarlo. 

Lo disfrutamos muy poco tiempo. Es un amigo efímero, pero memorable. Es aquel al que lloramos cuando se va, cuando llega a viejo y se enferma. Lo cuidamos como a un familiar directo. Tan es así que cuando nos deja, siempre decimos que este será el último perro que tendremos. Sin embargo, lo terminamos reemplazando. Pero no por eso lo estamos olvidando, al contrario. Él mismo si pudiera hablarnos, nos diría que lo reemplacemos, para que otro nos siga dando ese amor y esa amistad incondicional. 

El perro no es solo una mascota, un animal para pasearlo por la calle o exhibirlo, es mucho más que eso. Solamente quien ha tenido uno en su familia, entiende el valor sentimental que tiene. A veces lo querés matar porque se mandó una macana tan grande y te es difícil defenderlo, pero lo terminás haciendo. No es un adorno, ni mucho menos. Es el que comparte y vive etapas muy importantes en la historia de las familias, el que las complementa. No es fácil tener uno, implica mucha responsabilidad. Ahora, cuando se lo tiene, se hace todo por él. 

Y llega el peor momento, ese que nunca queremos que llegue. Ese momento en el que derramamos lágrimas y vemos a nuestros hijos derramar lágrimas por él. Cuando lo vemos echado, casi sin fuerzas, pero feliz de vernos. Muchas imágenes tenemos para recordar de él, pero ninguna se compara a cuando nos recibe con saltos de alegría, o cuando lo llevamos a que corra al aire libre. Ahí lo vemos en su máxima expresión.

Quiero recordar a todos los que tuve durante mi vida y a los de mis amigos. Este es mi sentido homenaje a ese amigo tan especial que llenó alguna etapa de nuestra vida. A no contener lágrimas, cada una de ellas vale la pena. 

El Puma

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