FRONHA: LOS ANDERSON AL ESTRADO, CAPÍTULO 1
El aeropuerto internacional de Fromberg estaba atestado de
gente manifestándose y con pancartas. No había un movimiento similar desde que
se extraditó a Guadalupe. Los hermanos Anderson habían sido capturados en
Buenos Aires, denunciados por el mayordomo de la quinta en la que estaban
alojados. Los servicios de inteligencia de Fronha se infiltraron en la vivienda
y los capturaron. Todd y Tedd Anderson no opusieron resistencia.
Al llegar, las fuerzas de seguridad debieron sacar a los dos
por un pasadizo subterráneo que fue construido justamente después de haber
tenido la experiencia de Guadalupe. Fueron conducidos directamente al palacio
de tribunales. Allí los ubicaron en el estrado y les consultaron por quien
sería el abogado defensor. Tedd asumió la defensa, tras las objeciones
impuestas por el fiscal Alex Iramahin. Este último, descendiente de árabes, con
aspecto de moro inquisidor, tenía la mirada tensa. Quien lo viera, pensaría que
sería imposible verle hacer una mueca sonriente. El juez sorteado fue Tiberio
Bigottini, lo que trajo polémicas por tratarse del hermano del inefable Xavier,
comisario y soplón de los hermanos durante su presidencia.
El fiscal, luego de que el juez le diera la palabra, comenzó
con su acusación. “Después de muchos años y de un enorme esfuerzo hecho por la
justicia de este país, finalmente llegó el día en que Todd y Tedd Anderson serán
juzgados por administración fraudulenta, corrupción y asesinatos de ciudadanos
inocentes usando y abusando de una ley arbitraria. Mientras tuvieron fueros,
mientras estuvieron en el poder, abusaron de él, robaron de las arcas del
estado y, una vez que terminó su presidencia, huyeron como ratas, viviendo de
la jubilación presidencial en otro país, sin dar explicaciones de lo hecho
durante su gobierno. Hoy están aquí para eso. Y espero que se haga justicia y
se castigue a estos criminales con la pena máxima y más”.
El juez Bigottini, luego de agradecer al fiscal, le cedió la
palabra a la defensa. Tedd se paró con una expresión de indignación actuada. “Señoría,
damas y caballeros, todo lo que dijo el fiscal es una infamia. Además de una cantidad
incontable de mentiras y calumnias. Quiero manifestar mi indignación. Estábamos
disfrutando de nuestro merecido descanso, tras años de dar servicio a nuestra
amada patria, dejando tiempo de dedicarle a nuestras familias y seres amados.
Acusarnos de ladrones ¡a nosotros! Dos humildes kiosqueros, que tan solo teníamos
un pequeño local en una modesta calle de la ciudad, ni siquiera en una zona
coqueta o distinguida. ¿De dónde quieren que saquemos las sumas de dinero que
se nos adjudica con solo un humilde kiosquito? Nos duele tanto que alguien en
nuestro amado país pueda pensar que hemos hecho algo para perjudicarlo, cuando
hemos sacrificado vida, tiempo y capital propio para intentar llevarlo
adelante. ¡Y vaya si lo hemos conseguido! Encarcelamos corruptos, atendíamos a
ciudadanos sin audiencia. No hubo un gobierno en la historia de Fronha con
tanta cercanía hacia su pueblo. ¿Cuál ha sido nuestro pecado? ¡Amar a nuestro
pueblo! ¿Y por qué lo amamos? Pues porque de allí venimos. Desde un humilde
kiosquito hemos llegado al palacio de gobierno. Y gobernamos para ellos y no
para los corruptos. Si hay justicia, y sé que la habrá, seremos absueltos y
regresaremos a nuestro merecido descanso. He dicho”.
Continuará...
El Puma
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