EL DÍA DE GLORIA, CAPÍTULO 2
Comenzó la serie de
penales. Pateó primero Josema Sabato y con un remate potente, a media altura y
a la derecha del arquero, convirtió. Le tocaba el turno al Cherquis. Nacho solo
esperaba al Negro Olivera, sin embargo, quien se encaminó al área fue Nelson Connard.
Miraba fijo a ese defensor alto, flaco, de pelo corto y ruludo, algo dientón.
“Uy, mirá el cagazo que tenés”, le dijo Nacho. “Se te nota más la cara de
boludo con ese miedo. Ya te veo transpirando cobardía”, agregó. Nelson se quejó
ante el árbitro, quien solo atinó a hacerle el gesto al arquero para hacerle
entender que era la última que le dejaba pasar. Nacho se movía y saltaba de un
lado a otro, mientras Nelson solo miraba al piso. Le pegó tan fuerte a la
pelota desde abajo, que la misma fue a parar a la segunda bandeja de la tribuna
donde se encontraban los hinchas de Cherquis. Nacho salió corriendo a festejar
con los ojos y la boca bien abiertos. Miraba con esa expresión a todos los
hinchas de su rival, quienes le arrojaban todo tipo de objetos contundentes.
Acto seguido, ni lerdo ni perezoso, fue a mostrarle una de las cosas que le
habían tirado. Marant estaba tentado y trataba de mantener la compostura. Se
dirigió al banco del Cherquis y fue a mostrarles el consolador que le habían
arrojado a Nacho.
Siguió la serie y le
tocaba el turno a Joe Cheminé. El primer marcador central de Defer fue decidido
pateando fuerte, arriba y al medio. Se fue rápido de ahí sin acercarse siquiera
a Nacho. Este seguía esperando al Negro Olivera con ansias. Sin embargo, para
su decepción, quien se acercaba al punto del penal era el mejor amigo de la
figura del Cherquis. “Uy, que le pasa al trolo ese que me manda al novio a ver
si me puede hacer un gol”, exclamó cuando vio al delantero acercarse. Victorio Chebabi
caminaba recto pero con la cabeza baja. “Ni siquiera tenés los huevos para
mirarme a la cara”, le espetó. A lo que Victorio, tal como lo hiciera Nelson,
fue a reclamar. Marant, con un movimiento rápido de muñeca, lo mandó a patear y
a callarse la boca. Empezaba, en ese momento, a soplar un viento algo frío. A
su vez, algunas nubes iban moviéndose rápidamente, cubrían la escena. Victorio
tomó carrera y con tanta bronca que tenía, le pegó a la tierra antes que a la
pelota, que se fue a un costado. Nacho volvió a salir corriendo con la misma
cara, mirando a la tribuna y haciendo un bailecito. De ahí se fue rápido hacia
un costado.
El Puma
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