REPORTAJES DE BORIS STEPANEK: PEDRO VLAOVIC, CAPÍTULO 9


- ¿Qué? ¿Por qué?

- Si bien estaba mal tuneada, con demasiado botox y pintada como un payaso de circo, hubo gestos, expresiones y miradas que no dejaron dudas.

- ¿Pero te dijo quién era?

- No directamente. Se hacía llamar Elizabeth Stevens.

- Ah sí, trabajaba en el Club Defer.

- Esa misma.

- Pero Elizabeth Stevens se murió.

- Murió después de estar conmigo.

- O sea que estuviste esa noche en Monte Piraña.

- Sí. No me digas que vos también.

- Sí. Conocí bastante a Elizabeth. Una mujer poco accesible. Tenía un hijo que hoy juega en Italia.

- Peter Stevens. Es hijo mío.

- ¡No te puedo creer!

- Creelo Rusito. Elizabeth Stevens bien pudo ser Mercedes.

- Imposible.

- ¿Por qué?

- ¿Vos la viste bien? Mercedes tenía otra expresión. Mirá las fotos de los diarios y te vas a dar cuenta.

- Cabe la posibilidad de que no lo sea. Aunque tampoco sé si Elizabeth Stevens sigue viva realmente.

- Me consta que está muerta.

- ¿Cómo que te consta?

- Porque yo vi el accidente.

- ¿Estabas en el lugar del accidente?

- Sí. Acababa de cenar y cuando estoy subiéndome al auto, escucho un bocinazo. Me di vuelta y me saludó. Se la veía contenta, era raro que saludara ella primero. Salí y mi auto estaba detrás del suyo. Al llegar a la primera bocacalle, una camioneta grande se la llevó puesta. No frenó y huyó. El auto de ella se incendió. Murió en el acto.

Continuará...

Boris Stepanek

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