ESTO DEBE TENER UN FINAL, CAPÍTULO 5 (FINAL)


 

-         ¿Qué le pasó a Mercedes?

-         Isabel la secuestró. Se la llevó lejos, muy lejos. Le hizo escribir esa nota que todavía guardás en tu billetera. La tuvo cautiva ahí adentro, mientras se hacía pasar con ella para estar con vos…

-         ¡Pará, pará, pará! ¡Vos me estás diciendo que los últimos días que estuve con Mercedes, yo no estuve con Mercedes!

-         Suena loco, pero es así. Ella tuvo ahí lo que siempre quiso. Tuvo su momento con vos. Se embarazó y se mandó a mudar. Pero primero mató a Mercedes”.

Pedro se quedó tieso. No podía creer lo que estaba escuchando. “Vos me estás jodiendo – llegó a balbucear con un leve tartamudeo – yo sé positivamente que estuve con Mercedes.

-         Isabel tenía un parecido con Mercedes. Le robó su ropa, sus aros, sus colgantes y hasta su maquillaje. Pasó varios días con vos, pero se descuidó y el embarazo no estaba en sus planes. Así que desapareció, y a su vez, tenía que hacer desaparecer a Mercedes. Por lo tanto, fue ahí donde la tenía prisionera y la mató. Dejó el cadáver tirado hasta que lo encontraron.

-         O sea que el cadáver que vi sí era el de Mercedes.

-         Así es.

-         Sigo sin entender lo de la caja.

-         Ya estoy por llegar ahí. Ella aprendió algunos trucos de magia negra. El día que desapareció, fue a la casa de Daniel y se llevó esa caja. Mató a un animal y le metió ahí con un par de medias que te robó de la última noche que estuvieron juntos. El tema es que al haber un pendiente ahí, deduzco se le debe haber caído y por eso la maldición le rebotó a ella también.

-         ¿Cómo le rebotó a ella?

-         Claro, ella te tiró una maldición. Como ella no podía tenerte, nadie podría. Y si alguien lo lograba, algo terrible le pasaría. Para que no queden dudas, lo aplicó para quien ya había estado con vos. El tema es que se le cayó el pendiente.

-         ¿Y entonces?

-         Y entonces, la maldición le iba a llegar a ella.

-         ¿Cómo?

-         El día en que ustedes dos se vuelvan a encontrar.

-         Si yo no la volví a encontrar.

-         ¿Estás seguro?”

Pedro abrió la boca casi con susto. “Sí – continuó ella – se cambió el nombre a Elizabeth Stevens.

-         Ehm…

-         Ella creyó que era el momento de que se reencontraran. Quería estar con vos y decirte que tenían un hijo en común. Sin embargo, pretendía que vos creyeras que se trataba de Mercedes y no de ella. Al verte, la maldición le rebotó y, para su desgracia, se mató en un accidente pocos minutos después de que cenaron en aquel restaurant.

-         Todo eso es verso, me llamaron para decir que ese examen de ADN tenía errores.

-         Evidentemente la confusión te nubló el juicio. Si te dieron un resultado en un sobre confidencial, no te van a llamar por teléfono para decirte que hubo un error. Te van a citar personalmente y ahí te lo van a decir. Peter Stevens es hijo tuyo.

-         Y vos, ¿cómo sabés tanto de esa historia?

-         Un poco porque conocí a Isabel y otro tanto… no te olvides que soy bruja. Bueno, creo que mis días de bruja quedaron atrás.

-         ¿Cómo es eso?

-         Y todo eso gracias a vos. Yo estaba prisionera de la obsesión que tenía con Daniel. Revolver esto y destruirlo, también lo hizo con mis poderes y mi rencor. Vos me liberaste, Pedro. ¡Y estoy tan agradecida por eso! Ahora puedo empezar de nuevo y sin demonios adentro. Y vos también.

-         ¿Qué me recomendás que haga con la casa?

-         Tirala abajo y después hace lo que quieras. Podés construir otra casa o vender el terreno. Lo importante es que todos los fantasmas, las voces y la maldición que cayó acá, desaparecieron de una vez por todas y para siempre. Y ahora que mi tarea terminó, me despido. Gracias Pedro, nunca voy a olvidar esto que hiciste por mí”.

Úrsula… o, mejor dicho, Guadalupe, caminó sin mirar hacia atrás hasta desaparecer de la vista de Pedro. Éste último, una vez que quedó solo, esbozó una sonrisa. Decidió quemar las fotos y los videos, estos últimos sin siquiera verlos. El alivio que sentía era tremendo. En los días siguientes, viendo ya todo más claro, decidió tirar la casa abajo y construir otra para convertirla en un hogar de niños.

Al año siguiente, inauguraba dicho hogar. La nueva casa era acogedora y cálida. Pedro pronunció el discurso para luego presentar a la directora. Cuando se escucharon los aplausos, Guadalupe, completamente rejuvenecida y sonriente, levantaba la mano para saludar y algo sonrojada también. A ambos, la vida les estaba dando una nueva oportunidad. Toda esta historia larga e insoportable de maldiciones y oscuridad debía tener un final… y lo tuvo. Nació ese día, la nueva era en que Pedro y Guadalupe iban a construir juntos.

El Puma

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