Y UN DÍA, ANDREA VOLVIÓ. CAPÍTULO 6
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¿Cómo que no se supo más nada?
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Desapareció. Mónica sabía y me lo dijo…
antes de morir. Parece que se metió con la persona equivocada y la
desaparecieron. La busqué mucho tiempo. Ya me resigné”.
Andrea
quedó en silencio, bajó la cabeza unos segundos y carraspeó antes de tomar un
sorbo de café. Sintió un frío ligero corriéndole por la espalda y se asustó. Trataba
de disimular, a pesar de que Raben ni se percató de nada. Su cabeza se fue por
unos segundos, los suficientes para que ella se recuperara. “Debe haber sido
duro – retomó –.
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Creeme que sí.
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Cambiando de tema. ¿Cómo fue lo de Cacho?”
Ahora
fue a Raben a quien le dio un escalofrío. Miró fijo con ojos muy abiertos a Andrea.
Tomó su taza y dio un sorbo largo antes de jadear de dolor porque se había
quemado la lengua. Sacudió su cabeza, agarró el vaso de soda y se lo bajó de un
trago. “Cuando pasó – afirmó en voz baja y pausada – yo estaba…
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Entiendo.
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Me enteré mucho después. La última vez que
lo vi, nos peleamos muy feo. Fueron muchos años de sociedad, hubo un desgaste
muy grande y yo estaba harto. Creo que lo que me pasó fue fruto de eso. A pesar
de que me enojé con la persona equivocada. Cacho tenía muchos defectos. Era egoísta,
narcisista, frío, ambicioso, pero sé que me apreciaba.
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Era especial. No sé si sabías que tuvimos
un touch and go.
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Me lo estás confirmando, siempre lo
sospeché. Él nunca me contó.
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Me había ilusionado un poco con él, aunque
no podría estar con una persona igual a mí.
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Nunca lo pensé de esta manera. Tenés
muchos puntos en común con él. Aunque Cacho no tenía límites”.
Andrea se sonrió. Un poco porque lo tomó como un cumplido y otro tanto porque le conmovía esa ingenuidad de Raben. ‘Siempre me idealizó. Sé que siempre le gusté. Las veces que quiso acercarse a mí y no se animaba’, pensó para sí misma. Hubo un largo silencio en el que ambos se miraron a los ojos. Por primera vez, sus pensamientos coincidían. Difícilmente podría decirse lo mismo de los sentimientos, aunque por la forma en que las miradas se cruzaban, hasta podría pensarse que también concordaban. Sus manos se buscaron lentamente hasta que se encontraron. Sin embargo, cuando se tomaron de las dos manos, no movieron un músculo más y permanecieron así. Ambos habían encontrado consuelo mutuo.
Continuará...
El Puma
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