FRONHA: OTTO Y UDO, CAPÍTULO 2
Udo
montó en cólera mientras Otto caminaba raudo y firme hacia la puerta. Llamó a su
consejero real, John Pusciasacco quien se presentó de inmediato. “Escúchame
bien, Pusciasacco, ni siquiera esperaré al funeral. En cuanto mi madre no esté
más entre nosotros, Otto debe ser condenado a muerte, ¿me entendiste?”
El
consejero asintió inmediatamente y preguntó si quería que siguieran los
movimientos de Otto, a lo que Udo respondió: “Ja, ja, ja, déjalo que se crea su
propia mentira. Otto, es idiota, no entiende. ¡Yo tengo armas y lo voy a
matar!” A los pocos minutos de salir, Pusciasacco regresó corriendo para
comunicar a Udo la triste noticia: Mara acababa de morir. Rápidamente, se
dirigió hacia donde yacía la reina madre. Para su sorpresa, Otto ya se
encontraba allí. Cuando el rey estaba por dar la orden de arrestar a su hermano
para juzgarlo y llevarlo al día de la piedad, sus laderos le aconsejaron no
hacerlo, pues sería muy mal visto ante la opinión pública. Él se vería como un
rey insensible y su popularidad caería de inmediato. Ambos hermanos
permanecieron callados, sin siquiera mirarse durante el velatorio. Udo decretó una
semana de duelo nacional e instruyó a sus tropas que arrestaran a Otto en algún
momento y especialmente recibieron a orden de mantener el perfil más bajo
posible.
Otto se encontraba en su residencia, sumergido en su enorme
biblioteca, nutriéndose de autores filosóficos importantes. Su obsesión era ‘El
Príncipe’ de Machiavelli, autor al que calificaba como un genio. De pronto,
escuchó un ruido y observó por la ventana que oficiales comandados por
Pusciasacco se acercaban. Se sonrió sarcásticamente y envió a que abrieran la
puerta. “Otto Fromberg – exclamó el asesor del rey – queda usted arrestado”.
Lejos de inmutarse, el anfitrión tan solo chifló y a los pocos segundos, apareció
una banda de hombres armados que superaban en número a las fuerzas oficiales.
Otto se acercó a un asustado comandante de las fuerzas y continuando con su
sonrisa sarcástica, ordenó: “Escúchame bien, Pusciasacco, dile a Udo el boludo
que la guerra comenzó y que se prepare. Y más vale que no vuelvas a molestarme
porque si lo haces, tu cabeza le llegará en una bandeja a tu jefe. ¿Me
entendiste?”
Pusciasacco solo atinó a mover su cabeza lentamente
asintiendo a la pregunta que Otto acababa de hacerle. Así como entró con su
pequeña tropa, huyó despavorido con ella. De lo que no se había percatado es
que no pudo controlar sus esfínteres y tenía su pantalón completamente
empapado. De todas maneras, lo que hizo Otto con esto era ganar tiempo. Salió
rápidamente hacia Argentina para replegarse, pero después de haber declarado
abiertamente la guerra.
Desde la clandestinidad en Buenos Aires, llamaba a varios jóvenes de Fronha para que desde la capital argentina se preparara al ejército revolucionario. Por varios años, los hombres se multiplicaron hasta conseguir el número necesario para tomar el poder. Otto fijó la fecha para regresar a Fromberg con la consigna: “Reino o muerte”.
Continuará...
El Puma
Que fuerte la expresión del final! Excelentee
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