PENSANDO EN VOZ ALTA: DESUBICADOS


 

    Quizás quienes lean esta nota de opinión piensen que el autor es algo anticuado o se ha quedado en la utopía, y posiblemente hasta tengan razón. En un fútbol donde manda el dinero, los resultados y las conveniencias, hablar de amor por la camiseta y la gratitud para con el club formador parece hasta ridículo. ¿Es así? ¿Es justo que instituciones que invierten en la formación de un jugador para llevarlo a primera división tenga que soportar que se lleven al chico por presión de los representantes o por la patria potestad sin dejarle al club ni una sola moneda? "Bueno, es mucha plata. El pibe se salva", es lo que se suele escuchar. También es válido como argumento. Ahora, ¿y el club? ¿La formación que le da? ¿El alojamiento y la educación (varias instituciones tienen colegios en sus instalaciones) que se les brinda, no vale nada?

    Vélez Sarsfield sufrió varios de estos casos. Hace unos años, Manchester City vino a buscar a Benjamín Garré (nieto de Oscar Garré, defensor campeón del Mundo en 1986), promesa de las divisiones inferiores y se lo llevó por el uso de la patria potestad. Al club de Liniers no le quedó nada, más que el tiempo que invirtió en el jugador. En la actualidad, el mismo tuvo pasos improductivos en Racing y Huracán, además de no haber sumado ni un minuto en el conjunto inglés. 

    Pocos meses antes de la pandemia, Santiago Ramos Mingo, defensor destacado de las divisiones inferiores de Boca Juniors, fue llevado de la misma manera a Barcelona. Fue cedido al equipo B del club catalán, para finalmente quedar libre y fichar en el último campeonato por Defensa y Justicia. Su nivel recién allí se destacó y hoy es codiciado, aunque no por instituciones de peso como la que se lo llevó.

    


Imagen: Perfil

    En las últimas semanas, Valentín Barco y Claudio Echeverri fueron noticia casi a diario. ¿Lo fueron por el gran nivel exhibido? No. Ambos jugadores son seguidos desde hace mucho tiempo por el ambiente futbolero como los "cracks que vienen pidiendo pista en primera". El primero es lateral por la izquierda, pero puede jugar de volante por el mismo sector y hasta lo han probado en la delantera, lugar donde el "Colo" no desentonó. El caso de Echeverri es similar. El chaqueño es volante ofensivo, aunque también puede jugar como delantero. El "Diablito" (la elección del apodo no fue muy original) ya llamaba la atención desde muy chiquito, donde desplegaba una habilidad innata y se veía que era un jugador distinto. De ambos, las hinchadas de sus clubes esperaban mucho. Sin embargo, las luces hicieron su trabajo y los dos quieren marcharse cuanto antes. Barco tiene una cláusula de rescisión muy baja y un contrato que vence el 31 de diciembre de 2024, sin mostrar mucho interés en renovar. Echeverri, quien tuvo un gran sudamericano y posterior Mundial sub 17, tiene una cláusula más alta, pero un contrato que vence en la misma fecha que el de Barco. La diferencia es que, en un acto de inconsciencia y sincericidio, el chaqueño declaró a viva voz para quien quisiera escucharlo que no iba a renovar su vínculo con River y que iba a "quedarse seis meses o un año a disfrutar". Además de remarcar que los dirigentes no le atendían el teléfono a su representante.

    A los pocos días de esa declaración, se confirmó la venta del jugador al City Group con la idea de que forme parte de las filas de Manchester City. En el caso de Barco, el defensor presiona en un modo más silencioso para irse de Boca inmediatamente. Brighton sería quien picó en punta para llevárselo y pagaría la cláusula baja que Boca fue obligada a poner para que el jugador no se fuera libre.

    Si bien las razones por emigrar son lógicas y válidas por demás, no hay que olvidar las formas. Es cierto que tanto a Boca como a River les quedará dinero por ambas transferencias, pero es inadmisible la extorsión. Como también es sorprendente que ninguno de los dos tenga noción de dónde están. La camiseta que lleva Barco, se la puso un tal... Silvio Marzolini (para nombrar a alguien en su posición). También lucieron esa casaca Diego Armando Maradona, Juan Román Riquelme, Gabriel Batistuta, Antonio Rattín y tantos otros consagrados a nivel mundial. ¿Echeverri sabrá que se está poniendo la camiseta que usaron Enzo Francescoli, Norberto Alonso, Daniel Passarella, Ariel Ortega, Juan José López, Ángel Labruna y así sucesivamente? Mejor dicho, ambos lo deben saber, pero poco les debe importar. Ambos son jugadores muy jóvenes, con grandes condiciones y un futuro enorme. Sin embargo, quedarán en la historia de ambos clubes como "ingratos" y desubicados.

El Puma

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