NO SE PUEDEN PONER TODOS LOS HUEVOS EN UNA SOLA CANASTA
Imagen: Newsweek Argentina
Cuando inició el siglo XXI, Boca Juniors estaba en pleno auge durante una de las mejores etapas de su historia, sino la mejor. Cuatro Copas Libertadores en la primera década, dos Copas Intercontinentales, dos Copas Sudamericnas, Recopas varias sellaron esa era. Sin embargo, muchos periodistas armaron un discurso triunfalista tan peligroso como estúpido: solo valen los títulos internacionales, los locales son "de cabotaje". Peligroso porque a veces las situaciones son maduras, pero otras muy verdes y hay que asumir ese discurso. Estúpido porque los títulos son todos importantes y, especialmente, un equipo grande debe pelear en todos los frentes y no se pueden subestimar los logros.
En la actualidad, Boca viene obteniendo muchos títulos a nivel local, pero no tuvo la misma suerte a nivel continental. ¿Eso lo hace menos grande? En absoluto, es lo que se espera, que sea protagonista. Sin embargo, el discurso mencionado (peligroso y estúpido, vale la pena recordarlo) termina siendo una carga para una de las instituciones más grandes del continente. Después de la última vez que ganó la Copa Libertadores, hace ya 16 años, la posibilidad de alcanzar a Independiente con 7 ediciones obtenidas pasó a ser una obsesión al borde de una enfermedad terminal. Estuvo a punto de lograrlo, primero en 2012, cayendo ante Corinthians por 2 a 0 en San Pablo, tras igualar en un tanto en Buenos Aires. Luego perdió en 2018 frente a su eterno rival, River Plate, por 3 a 1 (final que se jugó en Madrid tras graves incidentes en las inmediaciones del estadio Monumental) luego de empatar en dos tantos en la Bombonera. Hoy tuvo lo posibilidad por tercera vez en una situación muy extraña. El andar de Boca por esta edición del certamen continental fue malo. Le tocó la zona de grupos más accesible y, si bien la sorteó, no lo hizo en forma convincente. En octavos de final sorteó la etapa en la definición por penales tras igualar los dos partidos ante Nacional de Montevideo. Para cuartos de final, no pudo salir de los empates frente a Racing y, otra vez, la definición por penales lo volvió a favorecer. Llegó a la semifinal para enfrentar a uno de los candidatos permanentes de los últimos años: Palmeiras. Nuevamente, los tiros desde los once pasos le dieron la clasificación al equipo "xeneize". El héroe fue, en todas las ocasiones, el arquero Sergio Romero.
Ahora, ¿jugó bien Boca? Claramente, no. Del equipo azul y oro siempre se espera mucho más de lo que demostró. Los resultadistas dirán que clasificó jugando así y que, pudo ser campeón jugando así. Ese es el análisis simplista y hueco. El hincha de Boca sabe que su equipo no jugó bien, excepto de a ratos, como puede ser el primer tiempo ante Racing en la Bombonera o que ante Palmeiras, un rival de fuste, tuvo momentos de superioridad, pero salvo por algunos momentos, parecía que en la cancha había un equipo chico con la camiseta de un gigante. Y, desde luego, los medios de comunicación que buscan impactar más que informar, magnificaban esas mediocres actuaciones utilizando términos como "mística" (palabra que se usa para explicar otras cuestiones que son inexplicables puesto que no son científicas, ni exactas) y calificando al "xeneize" como "equipo copero". Todo eso para tapar actuaciones paupérrimas y muy por debajo de lo que se espera de una institución de tamaña envergadura. En la final, sucedió lo que suele pasar con los equipos especuladores y timoratos: no ganan, con la diferencia que esta vez no llegaron los penales. Boca fue superado de principio a fin por Fluminense y dejó una imagen preocupante. Solamente obtuvo cuatro triunfos en la zona de grupos ante Colo Colo (tanto en Santiago, como en Buenos Aires), Monagas y Deportivo Pereira, ambos en la Bombonera. ¿Realmente merecía ser campeón un equipo que no ganó un solo partido en las series mano a mano? No hace falta ni contestar. ¿Podría haberlo conseguido? Sí, ya que, una vez instalado en la final, las chances son 50 y 50.
El discurso que se instaló no desde el club, sino desde comunicadores sensacionalistas y falsos neutrales. El relato de que "solo importa la Copa Libertadores" es inadmisible para un club que se precia de ser grande. Una institución como Boca Juniors debe pelear en todos los frentes y no puede, ni debe, poner los huevos en una sola canasta.
El Puma
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