PENSANDO EN VOZ ALTA: TODO ESTÁ MAL
En la última fecha de la Liga Profesional del Fútbol Argentino se vivió un episodio insólito... o mejor dicho, sucedió algo previsible. Lamentablemente, en el día de la fecha se debe llorar por otro muerto. En la cancha de River, una persona cayó desde la tribuna Enrique Omar Sívori alta hacia la baja, desde una altura aproximada de 15 metros, muriendo en el acto. Desde el momento en que el partido se suspendió, gracias a que el grupo de simpatizantes ubicados en la zona, cantaron y arengaron para que se ponga fin al juego, hasta que se supo fehacientemente el nombre de la víctima, circularon todo tipo de versiones. En la cancha, los sectores alejados de allí supusieron, como primera hipótesis, algún problema con la barra brava - mal llamada hinchada por el ambiente del fútbol -, algo que fue habitual durante un tiempo y que, cada tanto, vuelve a aparecer. Luego se dijo que fue una niña, empujada por el movimiento de banderas que cayó. Se llegó a aventurar que se trataba de una mujer, dado a que tenía pelo largo. Finalmente, se pudo averiguar que el nombre era Pablo Marcelo Serrano, de 53 años, proveniente de Morón.
Este episodio volvió a mostrar que está todo mal desde todos lados. Por el lado del club, se sacó un comunicado afirmando que la víctima se suicidó arrojándose al vacío. Salvo que tenga una prueba fehaciente - llámese la imagen clara obtenida por la cámara de seguridad - ese comunicado es una gran irresponsabilidad. Está claro que, si eso se llega a probar, la institución quedaría libre de culpa y cargo. Por otro lado, sin dejar de lamentar la fatalidad, es cierto que, en todos los estadios del país, existen los inconscientes e irresponsables que se suben a las barandas, alambrados y demás lugares peligrosos para demostrar el "aguante" y llamar la atención de propios y extraños, además de, seguramente, haber ingerido alcohol o estupefacientes. Que no haya pasado antes, o que no se haya visibilizado, fue un milagro. Como también lo fue (es doloroso hablar así, pero es para graficar la situación sin que por ello se le falte el respeto a la víctima fatal) el hecho de que el simpatizante fallecido no haya caído encima de alguien, provocando una tragedia aún mayor.
Un párrafo aparte merece el periodismo y su vergonzoso presente. Uno de los principios básicos de la profesión es informarse para luego informar. Antes de dar una noticia, se debe chequear la veracidad de un hecho, todas las veces que sean necesarias. Hay una gran responsabilidad a la hora de informar, máxime cuando se trata de una persona muerta. No hay que olvidarse que detrás de esa persona hay una familia, amigos y todo tipo de seres queridos. No se puede jugar con el sentimiento de esas personas por competir a ver quién tiene la primicia. Y bajo el pretexto de "mostrar la realidad" o que están haciendo su trabajo ¿es necesario mostrar la imagen de las piernas del fallecido en el piso? ¿Es necesario mostrar como la familia se entera a través de ellos y se ponen a llorar? No todo vale en nombre de la libertad de expresión o del derecho a la información. Ni hablar del patético espectáculo que dan algunos hombres de prensa que hacen periodismo partidario y reclaman clausura de la cancha o recuerdan que cuando sucedió algo así en el club del que son hinchas (porque ya ni lo disimulan), las consecuencias fueron otras. No reclaman justicia, sino que haya injusticia a su favor. De más está decir que muchos de ellos ni siquiera saben de lo que hablan.
Lo sucedido con Pablo Marcelo Serrano deberá determinarlo la justicia con una investigación minuciosa, una autopsia responsable y la recolección de todos los elementos de prueba aportados ya sea por testigos, como por la institución. Y esto deberá servir como antecedente en todos los clubes. Lamentablemente, esto último no sucederá y habrá que seguir escribiendo la réplica del tango Cambalache: "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Ignorante, sabio, chorro, pretencioso, estafador. Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados, ¿qué va a haber?, ni escalafón. Los inmorales nos han igualado". Casi 80 años atrás, el gran Enrique Santos Discépolo lo vaticinaba en la letra de una de las más famosas canciones de tango. Hoy, cada una de esas palabras reflejan una triste realidad que no va a cambiar, por lo menos en el corto y mediano plazo.
El Puma
Muchas gracias Puma. Abrazo
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