ARGENTINA JUEGA CON DOCE

 


Imagen: Diario Uno

Argentina ganó su tercer Mundial en Qatar 2022, luego de 36 años y tras ser protagonista en casi todas las copas del mundo que hubo en ese largo interín. Muchos jugadores de gran nivel vistieron la camiseta albiceleste a lo largo de su historia, consagrados en las mejores ligas del planeta y reconocidos con premios individuales e idolatrías en sus respectivos clubes. Sin embargo, en esta última edición qatarí, se hizo un nuevo reconocimientoel premio a la hinchada. Durantela competencia disputada en diciembre último, llamó mucho la atención la cantidad de argentinos que se iba multiplicando a medida que la selección nacional, bautizada por el periodismo como “la Scaloneta”, avanzaba.

Si bien el premio fue una novedad, el hecho de que la hinchada argentina haya estado presente en los mundiales y se haya hecho notar es un fenómeno corriente. Conocida por el ingenio a la hora de componer canciones para alentar, la parcialidad albiceleste tiene un protagonismo muy grande. Teniendo en cuenta el contexto social que se vive en la Argentina desde hace varias décadas, ¿cómo es posible que estos fanáticos viajen hasta destinos tan exóticos? El argentino es, ante todo, pasional y temperamental. Necesita creer en algo o en alguien. Concretamente en un líder. Sucedió con algunos presidentes de la República como Hipólito Yrigoyen o Juan Domingo Perón. Max Weber define al líder “como una persona que tiene la capacidad para influir en la conducta de otros individuos o grupos”. En el caso de Argentina y su afición, podría decirse que hay un liderazgo mutuo. Ambos se necesitan para obtener su objetivo. El equipo necesita de ese aliento constante, mientras que la hinchada requiere que el equipo responda en la cancha a ese aliento. A su vez, el argentino requiere de ciertas características especiales de su líder. Siguiendo a Weber, existen tres tipos de liderazgo: el tradicional, el racional legal y el carismático. El argentino, sin lugar a duda, elige a este último, definido como “el liderazgo que descansa sobre una dedicación especial a la santidad, el heroísmo o sobre el carácter ejemplar de una persona individual y sobre patrones normativos o sobre órdenes reveladas u ordenadas por él”.

Esta última característica es, nuevamente, mutua. ¿Por qué? Porque, por un lado, el hincha argentino espera no solamente un buen rendimiento, sino un jugador emblema. En 1986, cuando el equipo albiceleste dirigido técnicamente por Carlos Salvador Bilardo ganó el título mundial, ese jugador, líder carismático, con características de héroe y a quien la sociedad futbolera elevó a la santidad total, fue Diego Armando Maradona, capitán del equipo. Ese jugador no solo tuvo la sobrada capacidad técnica para hacer cosas increíbles adentro de una cancha, sino que contagiaba a sus compañeros y estos lo seguían. A su vez, Maradona necesitaba de su hinchada como combustible para sacar fuerzas de donde ya no había. La afición y el capitán estaban identificados mutuamente, a tal punto que trascendió al deporte. 

Tres décadas y media tuvieron que transcurrir para volver a tener un jugador de esas características. En el equipo que ganó el Mundial de Qatar en 2022, puede decirse que había dos jugadores así. Uno fue Lionel Messi en lo técnico, capaz de desarrollar la magia de Maradona con la pelota, pero con un perfil personal diferente. Ese último, lo complementaba el arquero del equipo, Emiliano Martínez. En el interín, hubo equipos que no empatizaron con la afición, ya sea por no transmitir confianza, ya sea por no jugar bien y hasta por cuestiones fortuitas, llevando a la caída del líder carismático weberiano. El sociólogo alemán, sostenía que esos líderes al perder esa característica especial dejaban de tener poder.

En la Argentina, tras enormes decepciones de la clase política (de cualquier partido político), la masa descreída reemplazó a los funcionarios nacionales por los jugadores de fútbol, sintiéndose mucho más representados por estos últimos. El hincha argentino es capaz de endeudarse de por vida con tal de ir a ver a la selección y tener sus esperanzas puestas en sus líderes que llevan la camiseta albiceleste. Por otra parte, el futbolista ve en los aficionados a seres con las características del líder carismático definido por Weber. Precisan de ellos cuando, dicho en jerga popular, las papas queman. Cuando no encuentran respuestas en el juego, es cuando precisan que su líder en las tribunas aparezca, que alienten y los “empujen” hacia adelante. Allí es donde aparece el jugador número 12 de la Argentina. No juega en la cancha físicamente, pero está. No hace goles, no los evita, no genera asistencias, pero su presencia es fundamental. Lo que no crea con la pelota, lo hace con su ingenio a la hora de componer canciones para alentar. 

La hinchada albiceleste se dio a conocer al mundo en 1978, con el famoso canto “vamos, vamos, Argentina. Vamos, vamos a ganar. Que esta barra quilombera no te deja, no te deja de alentar” que contagió a ese plantel que obtuvo la primera Copa del Mundo. A su vez, llamó la atención de muchos el recibimiento de la afición a su equipo, tirando papelitos, bombas de estruendo, golpeando bombos con frecuencia para animar a esos líderes a los que llevan a un estado de seres supremos. Cada cuatro años, cuando se juega la máxima cita futbolística, los hinchas argentinos llaman la atención en todos lados y son observados hasta con respeto por muchos. Son diferentes al resto no por su pasión, sino porque se sienten parte del equipo a niveles de sentir que ellos también juegan. Otras parcialidades muy pasionales, como pueden ser la torcida brasileña o los tifosi italianos carecen de esa última característica. Alentarán a su equipo, pero no pareciera que se sientan parte del juego del equipo. Simplemente son distintos. 

Por la calidez, el aliento casi permanente, la ingeniosidad y creatividad es que la hinchada argentina se diferencia del resto. Por tener un liderazgo compartido y una comunión con los jugadores, es que la parcialidad albiceleste se destaca. En el último Mundial, sonó una canción compuesta – reciclada en realidad de una versión anterior – por el grupo musical La Mosca. En ella, una parte dice “no te lo puedo explicar, porque no vas a entender” reflejando esa relación equipo – hinchada y el hecho de que, cuando juega Argentina, lo hace con 12 jugadores.


El Puma



Comentarios

  1. Excelente como siempre !!! El aporte de Weber fué monumental!!! Lo felicito Puma!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MASTERS OF ROCK BUENOS AIRES 2023

MÓNICA, CAPÍTULO 4 (FINAL)

LAS BONDADES DE TUCUMÁN