INDEPENDIENTE Y SU DESTRUCCIÓN MASIVA

 


Imagen: Conmebol.

    ¿Alguien se hubiera imaginado aquel 27 de julio de 1984 que Independiente podría estar al borde de la quiebra? ¿Alguno extremadamente pesimista se imaginaría lo ocurrido en los casi 40 años después de esa hazaña deportiva? ¿Quién hubiera dicho que esa era la última Copa Libertadores obtenida por "El Rey de Copas"? Y peor aún, ese año, el "Rojo" salió campeón del mundo al derrotar a Liverpool en la Copa Intercontinental, marcando el primer duelo entre argentinos e ingleses después de la Guerra de la Las Malvinas. ¿Quién hubiera previsto todo lo que vino después? Absolutamente nadie.

    Independiente es... o mejor dicho, era sinónimo de excelencia futbolística. Hablar de Independiente era hablar de hinchas de paladar negro, de fútbol químicamente puro, de magia, de exquisitez. Era nombrar a su equipo de memoria y asociarlo con éxito. Era el equipo que se codeaba con River Plate y con Boca Juniors por el liderazgo en la grandeza del fútbol argentino. Sin embargo, unos años de malas decisiones dirigenciales o elecciones de personajes entre siniestros e inútiles, sumieron al equipo de Avellaneda a este presente oscuro. 

    ¿Cuánta gente - incluso quienes no son hinchas de Independiente - prendía la tele para verlo? ¿Quién no se deleitaba con las pinceladas de Ricardo Enrique Bochini? ¿Quién no envidiaba al poderío ofensivo y los planteles ilustres de los "Diablos Rojos"? ¿Cuántos habrán gritado ese gol de José "Mandinga" Percudani a Liverpool en una tarde fría en Tokyo? Tan lejanas son esas imágenes. Y tan grandes los logros de este club, aún no alcanzados por nadie a pesar de haber transcurrido casi cuatro décadas. 

    Independiente es un grande de América, no solamente de Argentina. Eso lo entienden las generaciones más viejas que han vivido esa etapa gloriosa. Para la generación actual, es un equipo más que deambula por la mitad de la tabla, a veces un poco más arriba y otras un poco más abajo. No conoce la historia del club, más que por lo que le cuentan. Cada vez les cuesta más creer que alguna vez fueron lo que realmente fueron. Hoy Independiente es una de esas mansiones abandonadas, con las paredes descascaradas, con grietas, las ventanas y los techos colmados de telarañas. Hace falta que limpien, que restauren y que la habiten. El club hoy está acéfalo, deshabitado y a punto de convertirse en una casa tomada. 

    Por favor y por el bien del fútbol sudamericano, queremos que Independiente vuelva. No soportamos más ver esto. La manera en que han destruido a la institución es alarmante. Cuesta creer que alguien pueda haber hecho todo lo que se hizo a propósito. Si así fuera, no le pudo haber salido peor. Independiente no es solo un club de fútbol, es una marca y un sello. Se han robado las dos cosas. Exigimos que lo devuelvan.

El Puma

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