EL LABERINTO DE ALICIA, CAPÍTULO 6

 


     Enrique Blanco hizo una pequeña mueca hacia su derecha y luego de acomodarse el saco y el nudo de la corbata, tics habituales y, por momentos muy irritantes, enfiló hacia el testigo. Alicia seguía la secuencia con atención, pero con la cabeza gacha. “Señor… Prongongo… ¿dije bien su apellido?

-         Sí señor.

-         Gracias. Dígame, ¿cómo se llevaba con la señorita Nieves antes de… los episodios que acaba de mencionar?

-         Éramos felices.

-         Expláyese un poco más, por favor.

-         Éramos muy unidos, hacíamos cosas juntos todo el tiempo. Íbamos al cine, viajábamos a distintos lugares. Éramos muy compañeros.

-         ¿Y qué pasó?

-         Al poco tiempo de entrar a esa oficina, las cosas cambiaron radicalmente.

-         Deme algún ejemplo, por favor.

-         Empecé a notar que conversábamos menos, que ella se fastidiaba conmigo y que perdió el interés en pasar el tiempo juntos.

-         ¿Concretamente usted a qué se presenta en este juicio?

-         Objeción señoría – se levantó enérgicamente Elvira – mi colega le está faltando el respeto a mi trabajo.

-         No entiendo cuál es el objeto de tener a este señor como testigo – replicó Blanco -, por favor que me lo explique.

-         Estamos intentando demostrar el carácter de la acusada.

-         Permitiré el testimonio. Si tiene más preguntas, continúe señor Blanco.

-         ¿Cómo trataba usted a la señorita Nieves?

-         Siempre la traté bien.

-         ¡No me diga! Vamos a ver. La noche del 4 de octubre, poco tiempo antes de que terminara su relación, ¿la recuerda?

-        

-         ¿La recuerda, sí o no?

-         Muy… levemente.

-         Mire usted. Vamos a ayudar a refrescarle la memoria. Pero empecemos por lo que recuerda.

-         No tengo muy presente la fecha.

-         Señor Prongongo… veamos… ayúdeme un poquito. Usted dijo que las llegadas tarde de su entonces pareja lo estaban molestando, ¿es correcto?

-         Sí señor.

-         ¿Cuándo fue la primera vez que se lo manifestó?

-         Un poco antes del final de la relación.

-         ¿Y qué fue lo que hizo? Al momento en que le avisó que se quedaba más tiempo y cuando llegó a casa.

-         Me molesté.

-         Me imagino. ¿Recuerda lo que hizo o lo que le dijo?

-         Textualmente, no.

-         Aquí dice – señalaba Blanco en una hoja que sacó de su carpeta – que le reprochó eso y que le dijo que no le importaba nada, además de agregar un insulto.

-         Bueno, estaba enojado. No recuerdo

-         Y… - sacó una hoja más – de este moretón cerca del ojo de la señorita Nieves, que aparece en esta imagen, ¿tampoco lo recuerda?

-         Yo no le pegué.

-         Acá… - buscaba en la carpeta hasta sacar otra hoja – hay otra cosa. Solicito permiso para acercarme al testigo.

-         Concedido – respondió el juez –.

-         Señor Prongongo, ¿quiere usted decirme el contenido de esta hoja?

-        

-         Señor Prongongo, le repito la pregunta, ¿quiere usted decirme el contenido de esta hoja?

-         Esto es falso.

-         No le pregunté si era verdadero o falso, le pregunté por el contenido.

-         Es una denuncia.

-         ¿Qué tipo de denuncia?

-        

-         ¿Necesita que le repita la pregunta?

-         No.

-         Entonces contéstela.

-         Una denuncia de violencia.

-         Sea más específico.

-         Una denuncia contra mí.

-         ¿Hecha por quién?

-         Por Alicia. Pero…

-         No le pedí que agregara nada. El documento y la foto son contundentes. No más preguntas”.

Continuará...

El Puma

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