PENSANDO EN VOZ ALTA


 

    Que Argentina sea campeón del Mundo con la liga local que tiene puede considerarse un milagro o un aborto de la naturaleza. Porque es muy difícil poder explicar lo que sucede a diario en el fútbol argentino. Ya en boca del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (A.F.A) escuchar que no tratemos de entenderla y que solo la disfrutemos, es poco menos que sorprendente, llegando al punto de lo chocante. Todos conocen la simpatía por uno de los equipos grandes por parte del titular de la A.F.A, a pesar de haber sido presidente de otro club (que llegó a primera división de manera muy extraña). También tiene simpatía por ese club (además de ser socio del mismo) quien maneja el Tribunal de Disciplina y quien ni siquiera fue investigado luego de unos audios muy comprometedores en los que dialogaba con el entonces titular de ese club para tratar de suavizar sanciones a jugadores de esa institución. Ahora se decretó amnistía para los jugadores suspendidos y da la casualidad de que quien más jugadores sancionados tenía era... sí, la misma entidad en cuestión. 

    No menos sorprendente es que la Supercopa Argentina, que se pactó jugar en Abu Dhabi, donde participan el campeón de Liga con el ganador de la Copa Argentina, terminó entrando un equipo por la ventana, a título de vaya a saber qué, porque el equipo que debió participar era uno recién descendido y evidentemente no iba a tener el mismo atractivo. Decidieron jugar ese partido, como corresponde por cierto, en Santiago del Estero y llamar a ese duelo en tierras árabes "Supercopa Internacional". Muy del fútbol argentino el nombre y la explicación del por qué. Otra moda del fútbol doméstico es la obsesión por las "estrellas" y buscar jugar finales viejas para sumarlas a su palmarés. Ni hablar de la ridiculez absoluta de jugar una liga con 28 equipos (la idea es llegar a 30), de tener la mayor categoría de ascenso con 37 equipos y un sinfín de estupideces más.  

    Aún con todo este panorama, Argentina sigue siendo usina de grandes jugadores. Sin embargo, los mejores se van muy temprano, algunos hasta antes de debutar en primera división. El ejemplo más emblemático es el del capitán de la selección argentina, quien emigró cuando era un adolescente y jamás jugó en la primera división local. Así que, repitiendo lo dicho al principio, el título mundial de la Argentina fue por muchos motivos, llámese un buen trabajo del cuerpo técnico, tener buenos jugadores (solo uno de los 26 está en la liga argentina) y el buen funcionamiento del equipo. Si dependiera del campeonato local, no habría chances ni de participar.

El Puma

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