M3R, CAPÍTULO 7 (FINAL)


 

            Seguía lloviendo en Buenos Aires. Raben quiso acompañar a Mónica a Ezeiza, pero ella ya había pedido un taxi. Almorzaron juntos, en silencio pero sonrientes. Llegó el momento de la despedida, el taxi esperaba en la puerta. Se abrazaron por un rato largo y antes de irse, Mónica le dijo: “Raben, hasta acá. Fue hermoso revivir nuestra época dorada, pero ya está”.

            “Entiendo. Tenía esperanza de…”

            “Raben, estamos en la parte final de “La Boheme”, cuando Aznavour cuenta que regresa a su vieja dirección.

            “Tenés razón”.

            “Yo ya tengo mi vida resuelta. Casada y con tres hijos, algo aburrida, pero tranquila”.

            “Bueno, si alguna vez querés revivir los viejos buenos tiempos, ya sabés dónde estoy”.

            Mónica se rio con ganas y le hizo una mueca de ternura, antes de acariciarle el cachete. “Siempre vas a contar conmigo, Raben. Pero lo de anoche fue un desliz”.

            “Está bien”.

            “Te quiero mucho, Raben. Cuidate”.

            “Vos también, loquita. Buen viaje”.

            Volvieron a abrazarse y ante la mirada poco amistosa del taxista, Mónica se subió y arrancó. Raben se dirigió a Aeroparque y regresó a Montevideo. Rememoraba a sus tres amigas. Recordaba los grandes momentos, ya sea cuando estudiaban, cuando tenían sus añoradas escapadas, no había secretos ni pudor. Al tener esa noche de pasión con Mónica, revivió una época que tenía sepultada. Sintió que estaba haciendo el amor con las tres. Lloró por Magalí y por Martina.

            Al llegar a su casa, volvió a buscar las fotos y las miró una y otra vez sin parar de sonreír con un gran dejo de melancolía. Finalmente eligió aquella en la que estaba con las chicas en la playa y percibió que había algo escrito atrás. Miró y leyó: “Por siempre M3R”.

El Puma

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