FINALMENTE SE PUDO DAR VUELTA LA PÁGINA


 

    Desde el 29 de junio de 1986, hasta el 18 de diciembre de 2022 pasaron 36 años y casi 6 meses. Todo ese tiempo le llevó a la Argentina levantar una Copa del Mundo. En aquel momento, el equipo albiceleste era dirigido por Carlos Salvador Bilardo y capitaneado por Diego Armando Maradona y antes de obtener el campeonato del Mundo en México, debió soportar muchas críticas porque el rendimiento no convencía. Había clasificado con un empate ante Perú en el estadio Monumental faltando 10 minutos y los amistosos previos no arrojaban resultados alentadores. Sin embargo, en tierras aztecas, sacaron fuerzas y floreció el buen juego y la magia de su capitán para poder levantar, en ese momento, la segunda Copa. 

    Cuatro años después, en Italia, ese equipo defendía el título con muchas dificultades. Lesionados, una baja notable en el nivel del juego, pero compensado con mucha garra, no lograron repetir el logro tras caer en la final ante Alemania Federal. Bilardo se marchó y comenzó un nuevo proceso. Dos Copas América parecían indicar que la Argentina continuaría en la senda de los títulos. Venían camadas de grandes jugadores, nada podría salir mal. Pero el fútbol es tan generoso como caprichoso algunas veces que le negó a los albicelestes otros momentos de gloria. En 1994, con un renovado Maradona y acompañado de grandes jugadores, parecía ser otro año de consagración. Un doping positivo al capitán y una temprana eliminación ante Rumania en octavos de final, truncó esa posibilidad. Luego vino el recambio generacional que lideraron Daniel Passarella, primero, y Marcelo Bielsa después. En Francia 1998 se llegó hasta cuartos de final con la sensación de que se podría haber conseguido un poco más y en Corea y Japón 2002, lo más insólito: con un equipo que llegó como uno de los grandes candidatos, no se pasó la fase de grupos. En 2006, el entrenador fue quien obtuvo los mejores resultados y rendimientos en los seleccionados juveniles: José Pekerman. Allí, como en 1998, se llegó a cuartos de final y también dejó la sensación de que estaba para más. En los cinco años siguientes, vino el ostracismo. Con una gran camada de jugadores pero sin un entrenador que estuviera a la altura de las circunstancias, se desperdició el Mundial 2010 y la Copa América 2011, esta última disputada en Argentina. La senda, sin embargo, se retomó con la contratación de Alejandro Sabella, quien volvió a darle una identidad al equipo y nuevamente lo llevó a la definición de un campeonato mundial. Otra vez Alemania fue el verdugo y nuevamente hubo que arrancar de cero. Luego vinieron dos finales de Copa América que se decidieron por penales y la suerte no estuvo del lado albiceleste ninguna de las dos veces. Luego llegó otra debacle. Cambiando de entrenadores en menos de dos años, a punto de no ingresar al Mundial 2018, con una camada de enormes jugadores devastada tanto por los resultados adversos como por las críticas desaforadas, además de injustas. El resultado del Mundial Rusia 2018, ante ese panorama, difícilmente podría haber sido bueno.

    Ya no estaba Bilardo ni Maradona, pero sí había alguien que se le asemejaba mucho al capitán de 1986, tanto por su magia como por su capacidad de llevar a un equipo adelante. El único que podía llegar a rememorar esa hazaña tan gloriosa como lejana, era él, Lionel Messi. Después de muchos intentos, soportar a detractores que se alegraban ante sus tropezones, perder cuatro finales, resurgió como el Ave Fénix y llevó a la selección a terminar con una sequía de 28 años. Obtuvo la Copa América en Brasil y finalmente llegó Qatar 2022. Allí, dirigidos por Lionel Scaloni y comandados por Messi, los albicelestes lograron finalmente dar vuelta una página tan gloriosa como indeleble. Costó mucho; años, décadas, grandes jugadores, entrenadores pagaron el alto precio, pero hacía falta dar vuelta esa página. Y resta esperar que no se tarde tanto en dar vuelta hasta la próxima.

El Puma

Comentarios

  1. Muy buena nota! La final intercontinental con Italia suma?

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  2. Creo que terminó sumando. En su momento no le di demasiada trascendencia, pero sin dudas sumó para poder construir este éxito final.

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