EL REY HA MUERTO. ¡VIVA EL REY!


 

    La final del Mundial de Qatar 2022 fue, sin temor a equivocarse, la mejor de las últimas ediciones. Tuvo todos los condimentos: momentos de muy buen juego asociado, emociones a flor de piel, un campeón con el orgullo herido que supo reaccionar y vender cara su caída, para tener al final de la historia una imagen que el fútbol del mundo entero quería ver: la del mejor jugador de la última década y media levantando la Copa del Mundo. 

    Por un lado, Francia, el vigente rey, con un equipo aceitado, rápido, muy bien armado y con un gran estratega en la dirección técnica como Didier Deschamps. Por otro lado, Argentina, con un rendimiento que fue de menor a mayor, mezcla de juventud y experiencia y con mucha hambre de gloria. El partido fue, por un rato largo, de dominio absoluto por parte de los "albicelestes", especialmente el primer tiempo. Allí, Argentina anuló por completo a Francia, cortándoles los circuitos para llegar a Kylian Mbappé, copando la mitad de la cancha y exhibiendo las flaquezas defensivas de los galos como pocas veces se hizo en los últimos años. 

    Lionel Messi se constituyó como el titiritero del equipo "albiceleste", Enzo Fernández era el motor que recuperaba y repartía la pelota, Rodrigo De Paul la rueda de auxilio y Alexis Mac Allister asociándose bien con Messi. Por el lado ofensivo, Ángel Di María era un dolor de cabeza permanente para la defensa francesa, desbordando y gambeteando por ambos costados. Y fue por un desborde por la izquierda de "Fideo" que llegó el primer gol del partido. El ex jugador de Rosario Central desbordó a Ousmane Démbélé, quien al no ser un defensor natural, le cometió un ingenuo penal (a primera vista, pareció estar mal convalidado, pero en la repetición se aprecia que el delantero francés lo toca abajo) que Messi concretó. Lejos de bajar el ritmo, el equipo dirigido por Lionel Scaloni, continuó con la misma tónica. Y así llegó el segundo gol, tras una jugada asociada que terminó siendo perfecta. Entre Messi, Julián Álvarez, Mac Allister y Di María, quien definió, realizaron el mejor gol del Mundial. Esa situación desnudó la desesperación de Deschamps. El entrenador realizó dos cambios antes del final del primer tiempo que sorprendieron a propios y a extraños: sacó a Démbélé y a Olivier Giroud, dos hombres de ataque para poblar el mediocampo que había perdido. Pero aún así, no lograba salir del asedio argentino. 

    En el segundo tiempo, el trámite era igual. Argentina mantenía el ritmo de presión y de ataque, aunque, lógicamente, por desgaste iba a mermar. La salida de Di María también colaboró para que eso sucediera, ya que con ella, Argentina perdió un poco de profundidad. Era sabido que el rosarino no iba a jugar los 90 minutos y la duda en la previa era si iba a jugar desde el arranque o si ingresaría en el complemento. Scaloni determinó la primera opción y... acertó. Aún con ese panorama, Francia estaba absolutamente derrotada y sin saber qué hacer. Sin embargo, un viejo adagio reza que hasta que el árbitro no pite el final, no está nada terminado. Y Argentina tuvo sus cinco minutos fatales. Nicolás Otamendi, que tuvo un gran Mundial, cometió un penal innecesario y le devolvió el alma al cuerpo a Francia. Mbappé lo convirtió y descontó. Eso desconcertó a los "albicelestes" y despertó a los campeones vigentes y Mbappé, que hasta ese entonces no había tocado una pelota, resurgió y aprovechó esos cinco minutos fatales para igualar el partido, dejar groggy a la Argentina y agigantar nuevamente su figura. 

    Y llegó el alargue. Allí, parecía que el cachetazo propinado en los minutos finales iba a desconcertar a la Argentina y a agrandar a Francia. Lo primero no ocurrió, lo segundo sí y comenzó a jugarse un partido de ida y vuelta, para júbilo de los hinchas neutrales y sufrimiento permanente tanto para sudamericanos como para europeos. Nuevamente Messi lideró al equipo para ponerse en ventaja con un gol de su autoría. Sin embargo, poco duró la alegría por la ventaja. El árbitro polaco Szymon Marciniak, de correcta actuación, otorgó un penal para Francia por un rebote en el brazo de Gonzalo Montiel (reemplazó a Nahuel Molina después de los 90 minutos) adentro del área. Fue nuevamente Mbappé quien igualó el marcador, marcando un hat trick y consagrándose como el máximo goleador del Mundial tras convertir ocho tantos. Pudo haberlo ganado Argentina en el final si Lautaro Martínez, quien ingresó por Julián Álvarez, no hubiera tenido la mira desviada, como también pudo ganarlo Francia de no haber sido por una enorme tapada de Emiliano Martínez - varios integrantes del banco de suplentes francés habían ingresado al campo de juego para festejar - cuando quedaba un suspiro. 

    Llegaron los penales y, una vez más, "Dibu" Martínez sacó chapa. No pudo contener el primer remate de Mbappé (aunque estuvo muy cerca), pero luego atajó el remate Kingsley Coman y llevó a Aurélien Tchouaméni a desviar su tiro (el marplatense se había tirado para ese mismo lado). Randal Kolo Muani convirtió el otro penal de Francia. Para Argentina, Messi, Paulo Dybala, Leandro Paredes y Montiel metieron los suyos. El ex lateral de River convirtió el definitivo. 

    Argentina obtuvo su tercera Copa del Mundo, tras 1978 y 1986, en forma merecida. Comenzó el Mundial con una derrota que hizo dudar, pero que fue necesaria para entender que una cosa es ser candidato en los papeles y otra muy distinta en la cancha. Se fue reconstruyendo partido a partido y terminó con un rendimiento, por momentos, superlativo. En la final de ayer, la corona pasó de manos. El Rey ha muerto, ¡Viva el Rey!

RESULTADOS



TABLA DE GOLEADORES



El Puma

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