COMISARIO DOMINGO TONNERELLI, CAPÍTULO 1
Llegó el turno del comisario Domingo Tonnerelli, último
testigo, para declarar. Había estado con mucho trabajo de investigación.
Demasiados asesinatos en los últimos tiempos, resueltos y no resueltos lo
tenían fastidioso, en parte por la cantidad de casos y en otra parte por no
haber podido evitar algunos de esos asesinatos. El del juez San Jorge fue uno
de esos. El magistrado apareció muerto por la Costanera Sur, con un balazo en
la frente. Las hipótesis de la policía, la fiscalía y, en especial, de los
medios fueron muchas. Testigos, conocidos y, eventualmente, amantes aparecieron
en distintos canales de televisión para hablar de él.
El comisario llegó temprano a los tribunales de Comodoro Py.
Evadió a la prensa como pudo e ingresó. Lo aguardaban el juez Collina, el
fiscal Polansescu y el abogado Enrique Blanco. Luego de realizar el juramento,
se sometió al interrogatorio. “Comisario Tonnerelli, comenzó el fiscal, ¿cómo y
cuando se entera usted de la muerte del juez San Jorge?
-
Me encontraba en la comisaría, trabajando
en uno de los tantos crímenes que se dieron en ese momento.
-
¿Conocía al juez?
-
He comparecido en su juzgado alguna vez.
-
¿Cuál fue su primera reacción?
-
Obviamente de sorpresa. Pero no tuve mucho
tiempo para eso. Me dirigí hacia el lugar.
-
¿Qué fue lo que vio?
-
Encontré al juez San Jorge con un impacto
de bala en su frente.
-
¿Cuál fue su primera hipótesis?
-
Mi primera hipótesis era una duda entre
suicidio u homicidio.
-
¿Qué le hizo pensar en el suicidio?
-
Toda la hostilización que recibió el juez
de parte de organizaciones feministas en la puerta de su despacho. Sumado a que
tenía denuncias de corrupción.
-
¿Qué le hizo pensar en el homicidio?
-
El juez San Jorge tenía muchos enemigos.
Una hipótesis pudo haber sido un chantaje.
-
¿De qué tipo?
-
El video con las imágenes del juez
teniendo relaciones con una de las partes en un juicio de divorcio.
-
¿Se refiere al divorcio entre el
futbolista Rolando Dumars y Natalya Darlova?
-
Así es.
-
El video, al que hacía mención, era el del
magistrado teniendo relaciones con la señora Darlova.
-
Sí, señor.
-
¿Cuándo hizo su primer interrogatorio en
el juzgado?
-
Fue el primer lugar al que fui cuando salí
del lugar del hecho.
-
¿Qué le dijeron en el juzgado?
-
Que el doctor San Jorge estaba bastante
atareado y malhumorado. Más de lo normal.
-
¿Y a qué se debía?
-
Según el secretario del juzgado, quien
aquí ya declaró, recibía llamadas comprometedoras.
-
Correcto, eso nos lo dijo en su
declaración. ¿De dónde provenían esas llamadas?
-
Todos sabemos que el doctor San Jorge,
además de ser uno de los magistrados más prestigiosos, tenía vínculos muy
fuertes con la política.
-
¿Usted insinúa que esos llamados venían
desde la política?
-
Tengo mis sospechas. No tengo pruebas,
pero tampoco dudas.
-
Muy bien. ¿Sabe acaso quién hablaba más
veces con el occiso?
-
Hemos estado averiguando eso.
-
¿Y qué averiguaron?
-
Averiguamos que la mayoría de las llamadas
venían de la oficina del diputado Daniel Sphincter.
-
¿Y saben cuál era el propósito de esas
llamadas?
-
Aparentemente se pedía por la causa
Czarniecz.
-
¿El productor de televisión asesinado?
-
Sí señor.
-
¿Qué relación había con ese crimen?
-
Horacio Gargamella, el dueño del canal
quería ocultar algunas cosas.
-
¿Qué cosas?
-
Pudimos averiguar que el asesino estaba dentro
del canal.
-
¿Quién fue?
-
Quien creemos que fue ya no está entre
nosotros.
-
Entonces Gargamella, a través del diputado
Sphincter, estaba presionando al doctor San Jorge con algunos carpetazos.
-
¿Gargamella lo hacía directamente?
-
No, tenía un infiltrado dentro de la
Policía.
-
¿Quién?
-
Mi adjunto, el subcomisario Martin
Gabbanelli”.
En
la sala se produjo un silencio atroz seguido de murmullos exclamativos. El juez
Collina llamó al orden. Gabbanelli, sentado en el banquillo de los acusados
miró a Domingo lleno de odio. No se movía ni atinaba a propinarle todos los
insultos que tenía en su cabeza. Era resentido y rencoroso, pero tenía sangre
de pato. Una vez producido el silencio, Enrique Blanco empezó a acomodarse el
nudo de la corbata de manera muy nerviosa, mucho más de lo habitual. Miraba a
su cliente que estaba impasible por fuera, pero era un volcán a punto de
estallar. El abogado lo sabía, y también sabía que el caso estaba perdido.
El Puma
Gracias
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