LA ERA DE LOS TORNEOS CORTOS: COMIENZA LA ERA DORADA DE BOCA

 


    La década del 90 estaba llegando a su fin, con River Plate y Vélez Sarsfield dominando la liga argentina. Boca Juniors, que compraba jugadores y entrenadores de renombre a mansalva, venía de fracaso en fracaso. A fines de 1995, Mauricio Macri asumía como presidente "xeneize" con la promesa de volver a ubicar al club de la Ribera en la cima y con el deseo de apostar a las divisiones inferiores. Luego de contratar a Carlos Salvador Bilardo primero, quien limpió a un plantel entero y formó uno nuevo (que no será de los recordados precisamente), con resultados decepcionantes. Luego se apostó a un motivador como Héctor Veira y los primeros resultados fueron mejores, obteniendo un segundo puesto a un punto del River tricampeón de 1997, realizando una gran campaña. Sin embargo, meses después, la picadora de carne que son los resultados negativos se comió al "Bambino" y este se tuvo que ir. 

    Antes de la disputa del Mundial de Francia 1998, Macri salió a buscar un nuevo entrenador. Se debatía entre contratar a Daniel Passarella, quien estaba por terminar su contrato con la selección argentina y reconocido hincha de Boca cuando era chico, a pesar de estar identificado futbolísticamente con River, o llevarse a Carlos Bianchi, formador del Vélez multicampeón de la década. Si bien los medios de comunicación, más por morbo que por otra cosa, daba por segura la llegada del "Kaiser" a Boca, terminó contratando al "Virrey" de Liniers. 

    Con la llegada de Bianchi, comenzó también un operativo limpieza y consolidación de algunos futbolistas. Néstor Fabbri salió del club y se consolidó Walter Samuel como segundo marcador central. Diego Maradona se había retirado unos meses antes, dejando su lugar a Juan Román Riquelme, quien confirmó todo lo que se esperaba de él. Claudio Caniggia, que había tenido unos últimos meses con buenos partidos, repitió su accionar y se fue del club alegando tener ofertas de Europa. Anteriormente lo hizo y estuvo un año sin jugar, volviendo a la institución con el rabo entre las patas. Y fue lo mejor que le pasó a Boca, puesto a que si el "Pájaro" no hubiera tropezado por segunda vez con la misma piedra, no hubiera aparecido la gran dupla de Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, este último definido como "el optimista del gol" por el entrenador. 

    El comienzo dejó algunas dudas, especialmente en el arco. El colombiano Oscar Córdoba venía teniendo varias actuaciones malas, pero fue sostenido por el entrenador, quien lo confirmaba como titular ante la insistente pregunta de algunos periodistas. Hugo Ibarra, lateral derecho proveniente de Colón de Santa Fe, cumplió una gran actuación, convirtiéndose en un pilar de la última línea, proyectándose en ataque como un lateral brasileño. Jorge Bermúdez y Walter Samuel conformaban una áspera zaga central, mientras que Rodolfo Arruabarrena, un lateral por la izquierda nada espectacular pero con una gran regularidad, completaba la defensa. Diego Cagna, Mauricio Serna, Juan Román Riquelme y Fernando Navas componían el medio campo. Con el correr de las jornadas, este último fue reemplazado por un veterano y pieza fundamental para Bianchi en Vélez: José Basualdo. Adelante, los ya mencionados Barros Schelotto y Palermo, este último marcando 20 goles en 19 partidos, marcando el récord absoluto en los torneos cortos. Contaba, además, con buenos relevos, puesto que César La Paglia (en su momento joven promesa que vio truncada su carrera a causa de permanentes lesiones), Antonio Barijho (sin mucha técnica pero muy voluntarioso), Cristian Traverso (una rueda de auxilio permanente, tanto en el fondo como en el mediocampo) o Gustavo Barros Schelotto, completaban el armado de un gran plantel que ganaba su primer título en ese torneo Apertura 1998 y que obtendría muchos e importantes títulos durante los siguientes diez años.

El Puma

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