REPORTAJES DE BORIS STEPANEK: BRUNO CAMPAGNOLI, CAPÍTULO 7

 


-         Se comentaba en Fronha que ellos no se amaban, ¿a usted eso le consta?

-         No del todo, pero he tenido indicios.

-         ¿De qué tipo?

-         Cuando fui a visitarla a la cárcel…

-         ¿Usted la visitó en la cárcel?

-         Sí, cuando la detuvieron por marchar contra el régimen. Fue poco después de que termináramos nuestra relación. Ella fue a la marcha y la detuvieron. Yo fui a visitarla y me confesó que había tenido relaciones con Yayo.

-         ¿Mientras estaba con usted?

-         Sí.

-         ¿Y cuáles fueron los indicios que usted tuvo?

-         Me lo dijo con cargo de conciencia. Y después me dijo que Yayo era frío.

-         ¿Cómo sabe que tenía cargo de conciencia?

-         Después de un tiempo de estar con una persona, algo se la conoce. Guadalupe era de esas personas que uno nunca terminaba de conocer, pero algo la conocí.

-         ¿Y cómo terminó ese encuentro?

-         Primero me pidió que no la abandonara, pero cuando vio que no tenía intenciones de volver, me insultó y me echó.

-         ¿Usted cree que ella lo seguía amando?

-         Realmente no lo sé. No sé siquiera si me amó, y si lo hizo, tenía una manera muy particular.

-         ¿Por qué lo dice?

-         Porque nos peleábamos todo el tiempo. Discutíamos por estupideces. Sí creo que hubiera, en el fondo, preferido estar conmigo a estar con Yayo.

-         ¿Por qué?

-         Ninguna mujer con dos dedos de frente podría haberse enamorado de Yayo. Era feo por fuera y más por dentro.

-         Noto cierto resentimiento o celos, quizás, en esa última respuesta.

-         No, jamás tuve celos de Yayo. Pero siempre pensé que era un monstruo.

-         ¿Por qué llegó a esa conclusión?

-         Era cínico. En clase era insufrible. No enseñaba, adoctrinaba. No sé qué clase de idiota pudo haberle dado un cargo universitario a una persona tan primitiva.

Continuará...

El Puma

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