REPORTAJES DE BORIS STEPANEK: BRUNO CAMPAGNOLI, CAPÍTULO 5
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¿Por qué cree que
ella se ensañó tanto con usted?
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Era mala. Muy mala.
No perdonaba. Pero además era cínica y destructiva. Primero eliminaba a todo lo
que rodeaba a su víctima y la dejaba para el final.
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¿Cómo hizo para
escapar?
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Me estaban buscando
de los dos bandos para matarme. Yo tenía un amigo, al que no voy a nombrar para
preservarlo, en el ejército. Él me encontró para decirme que mi suegro, mi
cuñado y Grisello Pato tenían planeado capturarme y matarme. Eso fue el mismo
día que encontré a Carolina y Giacomo acribillados.
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Y a su vez también
estaba en la mira de la revolución.
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Así es. En lo único
que estaban de acuerdo esos dementes era en eso.
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¿Estaba en su casa
cuando su amigo lo encontró?
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No, nos encontramos
casi de casualidad. Tomé lo que tenía encima y con la ayuda de unos amigos, me
embarqué como polizón y terminé en Italia.
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¿Cómo logró engañar a
los dos bandos?
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Hicimos un plan con
mis amigos. Conseguí un cadáver de una morgue y lo metí en mi auto. Salí de mi
casa, tomé la carretera y tiré el auto por un barranco antes de subirme al auto
de Edú y esconderme adentro del asiento. Llegamos al puerto de Sao Joao y me
subieron a un barco.
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¿Cuánto tiempo estuvo
viajando?
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Estaba en la bodega,
con pocas provisiones. Perdí la noción del tiempo. Ni sé cuánto tardé en llegar
a tierra. Fui deambulando hasta que llegué Milán. Me quedé ahí y trabajé. Hice
de todo, desde limpiar baños, hasta barrer las calles.
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¿Y cuánto tiempo
estuvo así?
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Por lo menos dos
años. Hasta que un día estaba viendo a unos chicos jugando al fútbol. Me
interesé en el partido y en un tiempo muerto, empecé a dar indicaciones y a
marcar errores que cometían. Capté la atención de ellos y había también adultos
observando. Se me acercó una persona, que sería muy importante, y comenzó a
interesarse sobre mi situación. Me ofreció trabajo al poco tiempo, en un club
regional y luego en un colegio. Así empecé a reconstruirme.
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