¡SALVEMOS AL FÚTBOL ARGENTINO!


    El fútbol argentino está en coma inducido. Pero esto no es de ahora, todo esto comenzó en 1979, cuando asumió Julio Humberto Grondona al frente de la Asociación del Fútbol Argentino. Desde ese momento, la liga local comenzó a decaer, a mostrar partidos cada vez más aburridos, con la difusión de mensajes nefastos para la integridad de este deporte. Los clubes se empobrecieron, llenándose de deudas y pidiendo ayuda al mandamás, quien les adelantaba derechos de televisación, entre otras cosas, teniéndolos como rehenes. Los clubes grandes, víctimas de estos desmanejos, empezaron a descender y a tener riesgos de desaparición. Fueron los casos de San Lorenzo y Racing en los primeros años. Boca Juniors estuvo a punto de desaparecer por malas administraciones. Luego del descenso de San Lorenzo, se implementó el sistema de promedios para evitar que otros grandes descendieran: como consecuencia de eso, River se salvó en 1983, tras quedar penúltimo, pero el que bajó fue la "Academia". Años después, descendieron River e Independiente. Grondona falleció en 2014, en el cargo, tras ser reelecto por ya olvidada cantidad de veces, y se dio un último gusto: ver al club que fundó, Arsenal de Sarandí, en primera división, campeón de la Copa Sudamericana y campeón del torneo clausura 2012. Hubo una cosa que el ferretero cuidó mucho durante casi todo su mandato: la selección argentina. Desde 1979 hasta 2008, solía respetar los contratos de los entrenadores y los proyectos que ellos tenían. Pero desde 2008, con la designación de Diego Armando Maradona, desbarrancó por completo. Luego lo reemplazó por Sergio Batista con resultados no mejores. Volvió a enderezar la nave cuando designó a Alejandro Sabella. Poco tiempo antes de morir, decidió crear una primera división con 30 equipos, adefesio que llegó para terminar de destruir al ya chamuscado fútbol argentino.

    Luego de que el monarca falleciera, había que tener un sucesor. Por un tiempo, continuó el vicepresidente, Luis Segura hasta que se llamó a elecciones. Allí se presentaron el propio Segura y Marcelo Tinelli, en ese entonces vicepresidente de San Lorenzo. La votación fue un escándalo: de 75 asambleístas que votaron, el resultado fue 38 a 38. A raíz de esto, el gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri intervinó la A.F.A nombrando una comisión normalizadora. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. De normalizadora no tuvo nada, fue cambiar para no cambiar nada. Esa farsa duró casi un año, se volvió a votar y ganó el triunvirato compuesto por Claudio "Chiqui" Tapia, presidente de Barracas Central, como cabeza, Daniel Angelici, titular de Boca como vicepresidente primero y Hugo Moyano, presidente de Independiente y suegro de "Chiqui", como vicepresidente segundo. Por mientras, la liga local seguía devaluada, los clubes con deudas millonarias y el nivel de juego cada vez más paupérrimo. Con la llegada de "los tres mosqueteros" se decidió crear la Superliga para que maneje a la primera división del fútbol argentino, mientras que la A.F.A se ocupaba de todas las categorías de ascenso y la selección argentina. Había que terminar con los 30 equipos y se propuso tener 4 descensos y 2 ascensos para en cinco años volver a un certamen con 20 equipos. Todo marchaba bien hasta que se cambió de gobierno nacional. Se acabó la Superliga y la A.F.A volvió a hacerse cargo de todo. Se creo la Liga Profesional, pero fue solo un tecnicismo. En 2020 quedaban 24 equipos y varios de los más importantes estaban en peligro de descenso. Se pidió que descendieran 2 en lugar de 4, un día se cumplía, otro día se decretaba que los descensos fueran 3, otro día que fueran 4, hasta que se hizo la salomónica (ayudado por la pandemia): volver a tener 30 equipos y suspender los descensos por dos años. En el medio, ascendió Barracas Central desde la Primera B Metropolitana a la Primera División en tiempo récord, ayudado por arbitrajes más que polémicos. En esta fecha de la Liga Profesional todo eso quedó al desnudo. Ya es demasiado alevoso. 

    Párrafo aparte para un sector grande del periodismo, protagonista y fogonero de esta decadencia. Armando polémicas estúpidas, gritando consignas sin contenido e imponiendo mensajes nefastos como: "solo importa ganar", "X tiene la obligación a ganar todo", "el equipo está en crisis (cuando pierde dos partidos)", "la hinchada de X no se va a bancar perder otro partido", "¿qué prefieren los hinchas de X, que su equipo gane la Libertadores o Argentina campeón del mundo?" y una innumerable cantidad de etcéteras, es lo que la gente que consume fútbol tiene que escuchar día a día, durante horas y horas. Se habla de cualquier cosa, menos del juego. Se analizan los resultados en lugar de analizar el contenido. El que gana siempre tiene razón, el que pierde fracasa. Ni hablar de como se dan vuelta con un resultado, como fue con la selección argentina luego de obtener la última Copa América. Todos gritan para lo intrascendente, pero no para lo importante. 

    A pesar de todo, la Argentina sigue proveyendo jugadores a las mejores ligas del mundo y, por ahora, sigue teniendo una selección respetable. La obtención de la Copa América fue como tapar el bosque con un árbol. Habrá que ver como le va en el próximo Mundial. Puede pasar cualquier cosa, puede terminar entre los primeros cuatro, como se puede ir en octavos de final. Será una incógnita. Ojalá que sea la primera opción. Pero si Argentina levanta su tercera Copa del Mundo, que se festeje como corresponde, pero a no olvidarse de lo que pasa en nuestro fútbol. Solo nos resta una súplica unánime: ¡Salvemos al fútbol argentino!

El Puma

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