HISTORIA DE LOS MUNDIALES: 1998, EL BAUTISMO DE FRANCIA


 

El último Mundial del siglo XX se disputó en Francia. Había muchos equipos y muchos nombres de lo que se esperaba una gran actuación. Brasil era el último campeón y, además, el último ganador de la Copa América con un equipo que era, en nombres, superior al vigente rey. Entre sus filas contaba con el “Fenómeno” Ronaldo, quien venía de grandes temporadas en Europa, tanto en el PSV Eindhoven, como en el Barcelona y el Inter. Hasta poco antes del certamen, formaba dupla con Romario, pero el “Chapulín” fue desafectado días antes por lesión, según la versión oficial y por diferencias con el cuerpo técnico, según versiones extraoficiales. El equipo era candidato puesto, con Claudio Taffarel en el arco, Cafú y Roberto Carlos por los laterales, Aldair y Juinior Bahiano componían la zaga central, en el medio Dunga, Emerson, César Sampaio y Rivaldo, mientras que Bebeto y Ronaldo formaban la delantera. El arranque fue lejos del esperado, sin jugar bien pero con peso específico propio, venció a Escocía por 2 a 1. El segundo partido fue lo que se esperaba que fuera, 3 a 0 ante Marruecos con chispazos de “jogo bonito”. Ya clasificado, perdió 2 a 1 ante Noruega. En octavos de final venció a Chile por 4 a 1 y en cuartos a Dinamarca por 3 a 2. En la semifinal chocó con los Países Bajos a quienes eliminaron por penales por 4 a 2, tras igualar en tiempo reglamentario en un tanto.

  Francia no llegaba con demasiadas expectativas. En la previa, se contentaban con llegar a la semifinal. Su entrenador Aimé Jaquet era muy duramente cuestionado por la prensa local. Sin un 9 de área definido o de gran jerarquía, le dio rodaje a dos juveniles que, con el tiempo, triunfaron en el fútbol mundial: Thierry Henry y David Trezeguet. Se armó muy bien de atrás para adelante. Fabián Barthez no era un arquero que se luciera, pero era lo suficientemente sobrio para transmitir seguridad. Lilian Thuram, por la derecha, Laurent Blanc, Marcel Desailly, ambos por el centro, y Bixente Lizarazu por izquierda, formaron la mejor defensa del certamen. Didier Deschamps, capitán del equipo, y Emmanuel Petit conformaban un doble 5 muy difícil de franquear, mientras que Zinedine Zidane, Youri Djorkaeff y Robert Pires se ocupaban de la creación y generación de ataque. Adelante jugaba con un solo delantero, que rotaba entre Stéphane Guivarc’h y Christophe Dugarry, sin mayor gravitación entre ambos. El arranque fue arrasador: 3 a 0 ante Sudáfrica, 4 a 0 a Arabia Saudita y 2 a 1 frente a Dinamarca. En octavos de final chocó contra el muro que le puso Paraguay en defensa. Pero en tiempo suplementario y a 6 minutos de ir a los penales, lograron sortear ese durísimo obstáculo y vencieron por 1 a 0. En cuartos de final, el rival fue Italia. Tras 120 minutos de un espectáculo que provocó bostezos de hipopótamo, con dos equipos timoratos y amarretes, a pesar de que sobraba calidad individual para mostrar otra cosa, no se sacaron diferencias y allí fueron a penales, donde Francia se impuso por 4 a 3. En la semifinal, el rival fue el sorprendente Croacia, quien comenzó ganando por 1 a 0 con un gol de Davor Suket, pero ni tiempo tuvo de festejar porque Thuram empató en la siguiente jugada. Luego fue nuevamente Thuram quien anotó clasificando a Francia a la final ante Brasil.

  El clima en la delegación brasileña estuvo enrarecido por el estado de salud de su máxima estrella. Horas antes de partir al estadio Saint Denis, Ronaldo sufrió convulsiones, asustando a todo el plantel y el cuerpo técnico. Finalmente jugó, pero fue una sombra. Francia fue demasiado para Brasil y con Zidane intratable, marcando dos goles y manejando los hilos del partido, más un tanto de Petit sobre el final, ganó por 3 a 0 y fue un claro campeón. 

  Francia anotó por primera vez su nombre en la Copa del Mundo, esa que soñó y llevó adelante un francés. A partir de ahí, se empezó a codear y a tutear con los más grandes.

El Puma

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