FRONHA: TOTO Y LORRAINE, CAPÍTULO 4



 Subieron al carruaje los cuatro. Toto estaba serio y callado. Pumowsky intentaba iniciar una conversación, pero dudaba de si era conveniente. Lorraine y Sasha miraban el paisaje. El viaje hasta el palacio fue corto. Al bajar del carruaje, Toto invitó a Pumowsky adentro para conversar de cuestiones de estado. Envió a Lorraine a que lleve a Sasha con ella. Siguieron hasta el salón principal y, luego de que se cierren las puertas, Toto estalló de risa. “¿Has visto como ese idiota dejó de tartamudear?

Siempre le dije que ese hombre no era tartamudo, su Majestad.
Ahora vayamos a los asuntos serios. ¿Te estás encargando de la seguridad de Magalí?
Sí, su Majestad. El palacio de retiro está muy bien custodiado, y la Reina Madre goza de todas las comodidades.
Está bien así. ¿Cómo vienen los preparativos del homenaje a Joao I?
Bastante retrasados, su Majestad. Hace falta mucho material para poder construir el monumento, recuerde que el primer rey de esta tierra era bastante… voluminoso.
Gordo, dilo como corresponde. Era muy gordo, lo sé. Que tenga su monumento y deje de ser el dios de Fronha es un primer paso para que este reino madure.
Ya lo creo, su Majestad.
¿Te quedas a cenar, Pawel? Tengo listo mi mejor vino.
Está bien su Majestad”.

Permanecieron cenando, bebiendo y conversando hasta tarde. Bebieron varias copas de vino y la charla se volvió mucho más amena y relajada. Comenzaron a contar chistes y a reír a carcajadas. “Oye Pawel, comenzó Toto, que suerte que tienes de tener una mujer tan bella a tu lado.

Debo decir que soy un hombre afortunado, aunque…
No me digas que esa mujer tiene defectos. Yo, para liarme con la mía, debo estar más borracho que ahora.
Bueno, su Majestad, la reina tiene…
La reina es espantosa, por el amor de Dios. No sé cómo hacía mi hermano para estar todo el día en la cama con ella. A veces maldigo tanto los protocolos, debí casarme con ella porque iba a ser la esposa de mi hermano.
No parece usted muy infeliz.
Es porque bebo todas las noches antes de acostarme. Una vez que tenga a mi heredero en su vientre, no le volveré a tocar un pelo.
Perdone mi infidencia, pero… - miró hacia los costados, como para cerciorarse de que nadie lo viera o escuchara – ¿tiene usted alguna amante?
En eso no soy ni como mi padre, ni como mi hermano. 
Vamos, todos los reyes han tenido alguna.
No es mi caso. Pero he tenido mucha mala suerte, vengo a practicar la monogamia y me toca como mujer… eso. ¿Por qué no me habrá tocado una mujer como Magalí?
Su padre ha sido un hombre afortunado.
Y suerte que has estado ahí para ayudarlo. 
He tenido el privilegio de servirlo.
Y dime algo, Pawel, ¿cómo es Sasha en…? Y sabés.
Es apasionada. Pero le gusta más el jugueteo de mis dedos que el acto en sí.
No me digas.
Se lo juro, su Majestad. Con este dedo… - mostró su dedo índice derecho – ¿o con este otro? – mostró su dedo mayor de la misma mano- ya no recuerdo. Decía, con uno de estos dedos, doy vuelta su mundo.
Sabes que te envidio, Pawel.
No tiene por qué. 
¿Y tú tienes alguna amante?
No. He tenido algunas en mi juventud. Pero ya estoy algo viejo para saltar de cama en cama.
¿Alguna que yo conozca?
Ninguna, su Majestad.
Ya lo creo, con la llegada de una mujer como la tuya, cualquiera sería monógamo. Como le sucedió a mi padre con Magalí. ¿Por qué no me puede suceder a mí?
No desespere, su Majestad.
Es que tú tienes a tu lado a una diosa.
Si quiere, yo se la cedo.
Oye, oye, estás demasiado borracho. ¿Vas a dejar ir a tu mujer? Seguramente la mejor que hayas tenido.
No es la mejor. – Toto quedó perplejo, como si le hubieran revelado una tragedia –.
¡Cómo que no! ¿Quién puede ser mejor?
Si lo supiera.
Dime.
La mejor que… - Pawel hizo un silencio largo y cambió bruscamente su expresión –
¿Cuál fue?
Fue… Eva. Una mujer con la que estuve liado antes de casarme.
Debió haber sido una mujer sublime.
Lo fue.
¿Y qué pasó?
Ella… se marchó.
¿Falleció?
No, simplemente se subió a un barco y se marchó de Fronha.
Debió ser duro para ti.
Conocí a Sasha enseguida.
¡Qué suerte la tuya!
Debo decir que sí.
Yo en cambio, liado con un adefesio. Aún con esta borrachera no alcanza para que me excite”.

Estallaron en carcajadas nuevamente y continuaron bebiendo. Al cabo de unas horas, estaban dormidos sobre la mesa.


Continuará…


El Puma

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