FRONHA: TOTO Y LORRAINE, CAPÍTULO 3



El día era lluvioso, la concurrencia igualmente masiva. Toto tenía su palco techado, acompañado de Lorraine, de su principal consejero Pawel Pumowsky y su esposa Sasha. Mientras traían a Lord BastianPumowsky susurraba algo al oído del rey, quien asentía. El prisionero llegaba a la cima del monte y se le dio la orden de comenzar sus súplicas. Permaneció en silencio unos segundos. Miraba a todas partes, buscando alguna mirada cómplice o compasiva. Finalmente, se detuvo y miró fijo hacia el palco. Toto, quien movía sus manos en forma nerviosa, le espetó: “¿nos va a tener todo el día aquí, Lord Bastian? ¿Acaso pretende que a la población le venga una pulmonía?

No, no… su… Majestad.
Por el amor de Dios, nos iremos pasado mañana y tendré que lidiar con una población enferma. No tenemos todo el día, Lord Bastian. Si no comienza en breve, irá directamente a las pirañas.
Está bien… su… Majestad. Quiero… ofrecer… mis más… sinceras disculpas.
Así, nada más. No está poniendo demasiado empeño. Me estoy aburriendo.
Quiero que… sepa… lo arrepentido… que estoy. No… lo… volveré a hacer… - Toto hizo una seña a los guardias con la cabeza – No, por favor. Su graciosísima Alteza, su gran Majestad. Cometí un error, pero fue involuntario. El demonio se apoderó de mí, logró tentarme y me dejé llevar. Primero se apoderó de la pobre ánima de Lord Nelson y luego de mí. Si usted tiene piedad de mí, le juro que me colocaré un cilicio y me flagelaré hasta que mi espalda esté en carne viva. 
Vaya, vaya – se paró de su trono sonriente – logré desenmascararle su falsa tartamudez. Mi fallo será... – mostró su puño cerrado y, con algo de suspenso, movió su pulgar hacia abajo –.
No, mi señor. Piedad. No se deje poseer por el diablo usted también – los guardias lo iban arrastrando como podían, hasta lograr llevarlo al borde del precipicio y empujarlo –. Padre, perdónalo, no sabe lo que hace”.

Cayó al agua y Toto, luego de mirar hacia su toldo, dio la orden a todos de marcharse.


Continuará…


El Puma

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