FRONHA: CHALO EL MALO, CAPÍTULO 6
Llegó el momento del juicio. Lorraine y Sasha eran traídas por la custodia y detrás venía Basqueau. Chalo se paró en un costado, nuevamente encapuchado. Miraba fijo al verdugo y le hacía señas con su cabeza. Se leyó el procedimiento y se acostó a Lorraine en una camilla, encadenando sus brazos y piernas en los extremos. Basqueau tenía sus dos brazos apoyados en la manivela, estaba listo para recibir la orden. La primera pregunta fue si había matado al rey Toto. Ante la negativa, el verdugo comenzó a girar la manivela, mientras esbozaba una risa. Sasha observaba y temblaba. Se le había secado la boca y no podía dejar quieta su mandíbula. Repreguntaron y la respuesta volvió a ser negativa. Basqueau
giraba la manivela con más fuerza. Los gritos de Lorraine retumbaban en el salón. Decidieron pasar a la siguiente fase. El verdugo agarró un fierro caliente. Lo miró con devoción y una sonrisa. Su risa era cada vez más pronunciada. Sasha comenzó a vomitar. Le hicieron otra vez la misma pregunta y nuevamente, la respuesta fue negativa. Le apoyaron el fierro en la entrepierna. Sus gritos eran cada vez más fuertes. Sasha, de pronto, pegó un grito. “Basta, basta, por favor. Confesaré yo, sollozaba. Sí nos deshicimos de nuestros esposos. Yo maté a Pawel Pumowsky. Lo hicimos porque nos amamos”. El murmullo se hizo cada vez más grande. Giuseppe Sabato ordenaba el silencio en la sala. Lorraine, con la poca voz que le quedaba, insultaba a Sasha y aseguraba ante la audiencia que esa mujer estaba loca. Sabato volvió a ordenar silencio y leyó la condena. “Dada la confesión, el fallo es claro. Ambas serán condenadas a las pirañas”, aseguró.
Chalo dio media vuelta y, entre sorprendido y feliz, se marchó hacia la habitación del verdugo. Sacó seis bolsas con monedas y se las dio a Basqueau. “La sexta fue porque conseguiste aún más de lo que yo esperaba. Buen trabajo. Ahora podrás construir un futuro para tu familia”, le dijo Chalo.
Continuará...
El Puma
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