HISTORIA DE LOS MUNDIALES: 1986, LA CONSAGRACIÓN DE MARADONA EN EL OLIMPO DEL FÚTBOL


 

En 1986 el Mundial debía volver a disputarse en América y la sede original fue Colombia. Sin embargo, a los pocos meses de la finalización del campeonato de 1982, renunció a ese privilegio por no poder cumplir con los requisitos exigidos por la F.I.F.A. y hubo que elegir nueva casa. Por unanimidad, se eligió a México, por sobre Brasil, Estados Unidos y Canadá. El país azteca había sido sede en 1970, además de haber albergado a los Juegos Olímpicos en 1968, y contaba con todo lo exigido, además de preparados los estadios para recibir dicho evento. Sin embargo, hubo peligro de cancelación de la competencia por un terrible terremoto que azotó a la Ciudad de México en septiembre de 1985. Pero era tal el entusiasmo por llevar a cabo el acontecimiento, que se trabajó contrarreloj para llegar a tiempo y terminar todas las obras.



Desde el 19 de septiembre de 1985 en que se dio el terremoto, hasta que llegó el pitazo inicial el 31 de mayo de 1986, el país se había repuesto de manera increíble. Ya el hecho de que se jugara ese encuentro inaugural entre Italia, último campeón, y Bulgaria era un triunfo. Ese Mundial se caracterizó por tener grandes equipos y grandes individualidades. Entre estas últimas se contaban Michel Platini, Zico, Sócrates, Careca, Enzo Francescoli, Hugo Sánchez, Karl-Heinz Rummenigge, Paolo Rossi (máximo goleador en la edición anterior y que, extrañamente, no jugó ni un solo minuto en 1986), Michael Laudrup, Preben Elkjaer Larsen, Emilio Butragueño, Gary Lineker, Zbigniew Boniek, y tantos otros. Pero allí, por sobre todos ellos, y siendo el As de Espada de cualquier equipo que hubiese integrado, había uno destinado a sobresalir. Ese jugador integraba la selección argentina y era su capitán, emblema y alma del equipo. Su nombre era Diego Armando Maradona. 


Argentina llegó con muchas dudas y muy cuestionada. Su entrenador, Carlos Salvador Bilardo, era muy criticado porque el rendimiento del equipo estaba lejos de lo que se esperaba. La clasificación fue traumática y se consiguió faltando 10 minutos con una corajeada de Daniel Passarella y la definición de Ricardo Gareca. El "Narigón" era denostado desde el estilo de juego del equipo, hasta por haber dejado afuera del plantel a varios de sus jugadores históricos como Miguel Ángel Russo y Julián Camino, o a otros como Enzo Trossero, Ubaldo Fillol y al mismo Gareca. El plantel llegó a México varios días antes que el resto, ya sea para aclimatarse como para alejarse del mal ambiente que se vivía en Argentina.

En el debut, enfrentó a Corea del Sur. Maradona se mostró activo y comenzó a recibir el mismo trato del Mundial anterior. Sin embargo, en tierras aztecas, los árbitros lo protegieron bastante más que en España. El conjunto albiceleste venció por 3 a 1 con dos goles de Jorge Valdano y otro de Oscar Ruggeri. Park Chang Sung descontó en el último cuarto de hora.

El segundo partido fue su primera prueba de fuego, ante Italia. Los "azzurri" se pusieron en ventaja a los 7 minutos del primer tiempo con un penal (bastante dudoso, por cierto) convertido por Alessandro Altobelli. Minutos más tarde, empató Maradona con un remate cruzado entrando al área, de aire y sorprendiendo a todos. Así terminaría ese encuentro.

Ya contra Bulgaria, cerrando la fase de grupos, Argentina comenzó a mostrar su mejor versión y superó a su rival desde el primer minuto hasta el último. Maradona ya se estaba adueñando del equipo y cada vez era más difícil detenerlo. Jugaba, corría, asistía y contagiaba al resto de sus compañeros. Fue un 2 a 0 con sendos cabezazos de Valdano y Jorge Burruchaga. No siendo cabeza de serie y compartiendo el grupo con el último campeón, Argentina clasificó primera. 

En los octavos de final se cruzó con un viejo conocido, rival siempre difícil y rey de América: Uruguay. En el primer tiempo, de la mano de Maradona, el conjunto albiceleste fue claro dominador y se puso en ventaja por intermedio de Pedro Pablo Pasculli. En el segundo tiempo, siguió la superioridad argentina y había consiguido aumentar el marcador, pero el árbitro italiano Luigi Agnolin privó de su tanto a Maradona por una supuesta infracción antes de la conversión. Esa anulación no sólo le impidió a Argentina aunentar el marcador, sino que también le quitó a Maradona la posibilidad de ser el máximo goleador del torneo (junto con Lineker). También le hubiese ahorrado la angustia y el sufrimiento de los últimos 30 minutos, cuando Uruguay movió el banco de suplentes, hizo entrar a Ruben Paz y estuvo cerca de la igualdad bajo un gran aguacero. 

El domingo 22 de junio, en el estadio Azteca, apareció la mejor versión del capitán argentino. Ante Inglaterra jugaba un partido muy especial, pues había un alto contenido político y un antecedente bélico muy reciente. El conjunto británico había neutralizado a medias a Maradona en el primer tiempo, pero en el complemento, el capitán se desató. A los pocos minutos, hizo el gol más polémico del torneo tras anticiparse con su mano al arquero Peter Shilton y empujar la pelota hacia la red (en la actualidad y con la ayuda del VAR, el árbitro hubiese anulado el tanto). Pero por la categoría de Maradona, no podía destacarse por ese gol. Tenía que venir otro... y vaya si vino. Tras un pase de Héctor Enrique atrás de la mitad de la cancha, tomó la pelota e hizo lo que cualquier persona que juega al fútbol quiere hacer: un gol pasando a todo el equipo rival. Es al día de hoy que es considerado el mejor gol de la historia de los mundiales. Los ingleses siempre manifestaron que en ese encuentro el primer tanto no debió validarse, pero que el segundo valió por dos. Faltando quince minutos, descontó Lineker, pero el triunfo albiceleste nunca corrió peligro.

En la semifinal ante Bélgica, Maradona siguió imparable y con dos goles muy similares y de características parecidas al que le hizo a los ingleses, depositó a Argentina a la final.

Allí lo esperaba Alemania Federal quien designó a Lothar Matthaeus para hacerle marca personal a Maradona. Sin dudas, fue quien mejor lo marcó y, por momentos, lo anuló. Pero el resto del equipo sacó a relucir su chapa. José Luis Brown (quien reemplazó a Passarella durante todo el campeonato) puso en ventaja a los sudamericanos con un cabezazo tras un centro de Burruchaga. Valdano había puesto el 2 a 0, definiendo mano a mano ante Tony Harald Schumacher tras un magistral pase de Enrique. El partido parecía liquidado, pero a falta de 10 minutos, empataron los teutones con goles de Rummenigge y Rudi Vöeller. Parecía que se venía la hecatombe, pero una aparición de Maradona, a pesar de estar marcado, con una asistencia magistral y sin mirar (ni falta le hizo) a Burruchaga quien corrió solo hasta quedar mano a mano con Schumacher y definir abajo y cruzado. 

Argentina conquistaba su segundo título en ocho años, el primero fuera de su país y consagrando a Maradona en el mismo escenario donde Pelé se consagró tricampeón dieciseis años antes. El equipo dirigido por Bilardo se hizo fuerte partido a partido y contaba, como se dijo anteriormente, con el As de Espadas. No ganó sólo por Maradona, pero sin él, seguramente no hubiera levantado la Copa del Mundo.

El Puma

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