FRONHA: EL REY LUBE, CAPÍTULO 2

 


Durante días, golpearon su puerta. Pero lo único que se escuchaba del otro lado era gemido. Hasta que el mayordomo abrió la puerta. Se encontró al rey con Lady Lorraine revolcados. “¿Cómo te atreves a interrumpir a tu soberano en un asunto de tamaña importancia?”, arrancó enfadado Lube. “Lo siento, su Majestad, respondió, pero hace ya casi una semana que su hermano, el príncipe Toto, está aquí para una audiencia.

-        La hubiera pedido como corresponde.

-        Lo hizo, pero hace ya tiempo que usted no sale de sus aposentos.

-        ¿Es eso un reproche?

-        No, señor.

-        ¿Sabes que las insolencias se pagan muy caro?

-        Lo siento, Señor. Pero consideré que era una urgencia.

-        ¿Una urgencia ver a mi hermano? Mientras estoy en un acto de majestuoso placer, nada es más importante.

-        Está ahí desde hace días.

-        Debo reconocerle su perseverancia. Está bien. Envíe a que me vistan, mantengan a Lady Lorraine en mi recámara, avisen al príncipe que estaré en breve, traigan a Lady Charleene y ya veré qué hacer con usted”.

Lube se dirigió al salón con mucha lentitud. Al llegar, Toto lo esperaba sentado. “Querido hermano, espetó el rey, ¿no vas a ponerte de pie para saludarme?

-        Con lo que me has hecho esperar, no pretenderás que lo haga.

-        Cuánta hostilidad.

-        Al margen.

-        ¿A qué debo el… digamos, honor, de tu visita?

-        Venía por el saludo fraternal y para hablar del estado en el que se encuentra el país, pero por lo visto, has decidido emular a padre en sus años de juventud.

-        No sé qué habrás heredado tú de padre, mi queridísimo Toto.

-        Debía heredar el trono, pero los ánimos libidinosos de padre eran muy cambiantes, y no lo hice.

-        Detalles. Espero que haya sido importante tu interrupción. Lady Lorraine me está esperando para poder terminar…

-        No necesito ilustraciones, hermano. Simplemente había venido a ofrecer mi colaboración. Pero veo que te importa más tu miembro a tu país.

-        Te equivocas. Quiero que sepas que no habrá lugar para retrógrados y miserables aquí. Ya firmé mi primer decreto para que sigan abriendo las puertas a la inmigración.

-        Ese fue uno de los últimos decretos que firmó padre.

-        Pero el mío fue mejorado. Como todo lo que haré de ahora en más. Admítelo, hermano, mi reino hará añicos – apretaba su puño – al de padre.

-        ¿Y en qué es mejor tu decreto?

-        En que es más abierto, más libre. Dejaré que cualquier habitante del mundo que quiera mejorar, venga a este país. Que vengan otros credos y religiones. Todas convivirán y todos serán libres…

-        ¡Un momento! No te olvides que la Carta Magna firmada por…

-        Ya vendrás con los discursos de nuestro abuelo. Él fue quien fundó a Fronha, yo seré quien la mejore.

-        No fue él quien…

-        Fue quien la fundó en serio. O me vas a decir que le debemos algo al primer gordinflón que gobernó.

-        No discutiré de esto contigo ¿Vas a dejar entrar incluso a los enemigos de nuestra religión?

-        Dejarán de ser enemigos una vez que pongan un pie aquí. Les enseñaremos a vivir conjuntamente.

-        Eres muy ingenuo. Mucho más de lo que pensé.

-        Envidia, hermanito. Envidia.

-        No te lo permitiré.

-        ¿Y qué harás al respecto? El amo y señor de aquí, por mucho que te pese, soy yo. Y si no tienes nada más importante para decir, voy a ocuparme de Lady Lorraine y nuestras necesidades. Deberías hacer lo mismo, hermanito, tendrías una sonrisa en la cara, en lugar de ese ceño fruncido.

-        Yo te sugeriría que gobiernes.

-        Lo hago, querido. Yo diría que lo hagamos juntos, como hermanos y amigos.

-        Yo no soy tu amigo, ni jamás lo seré”.

Toto se retiró indignado, mientras que Lube se dirigió a su habitación. Encontró a su mayordomo quien le comentó “Lady Charleene no desea un encuentro con usted.

-        Muy bien, tendrá un encuentro con las pirañas. Y usted también. ¡Guardias!


Continuará...

El Puma

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