TORE: KATERINA, CAPÍTULO 11 (FINAL)

 


La casa de los Filippi era un hervidero. Katerina estaba encerrada bajo llave en su habitación. Beppe estaba al borde de un ataque de nervios. Golpeaba la puerta, gritaba y maldecía. Ni siquiera Marco lo podía calmar. “Katerina, abre esa maldita puerta o la tiro abajo a patadas y te llevo arrastrada de los pelos”, amenazaba Beppe. Marco y Gina comenzaban a asustarse. Beppe tiraba patadas a la puerta, Gina intentó frenarlo. Katerina no podía parar de llorar. Marco, en un intento desesperado, acudió a Mirella. Llegó inmediatamente y luego de identificarse, entró a la habitación. Beppe se sentó cerca de la puerta, quería escuchar, pero Marco lo sacó de ahí. “Te juro que si ésta loca hermana tuya arruina todo, la desheredo, decía con la respiración agitada. No puede hacernos esto. ¿Te das cuenta hijo? La bendición golpeó nuestra puerta, y esta imbécil lo quiere echar todo a perder. ¿Acaso sabes qué le pasa?

-        No, papá.

-        ¿No es feliz? Va a casarse con uno de los hombres más deseados de Fronha. Será la dueña de Gigiggi, podrá hacer lo que le plazca. Viajar, comprarse la ropa cara que tanto le gusta. No entiendo. Tú sabes algo y no me quieres contar.

-        Ya te dije que no, papá.

-        Ustedes dos se cubren. ¿Creen que no lo sé? Dime en qué anda tu hermana.

-        Papá, no tengo idea de lo que le pasa a Katerina. Hemos hablado muy poco en los últimos meses. No sé si notaste que casi no estuvo en casa.

-        Es cierto. ¿Por dónde habrá andado? Tú lo sabes.

-        No, papá.

-        Sí que lo sabes. Te ordeno que me lo digas.

-        No seas ridículo, papá.

-        La estás cubriendo.

-        Papá, déjame decirte algo. Estás más ilusionado tú que ella. ¿Alguna vez le preguntaste a ella lo que quería?

-        Ah, entonces sí sabes.

-        No papá. Sólo te digo.

-        Yo sé que ella quiere lo mejor.

-        ¿Crees que ella quiere esto?

-        Pues, claro. Esto es lo mejor que le podría pasar.

-        No se puede hablar contigo, papá”.

Marco se retiró del lugar y salió de la casa. Gina seguía junto con Beppe. Hasta que finalmente, la puerta se abrió. Mirella miró a ambos y les dijo: “En unos minutos, Katerina estará lista”. Beppe salió a buscar el auto y regresó enseguida. Llamó a su hija tres veces, hasta que apareció. “Sé que estás nerviosa, pero todo saldrá bien, hija mía”, le dijo Beppe con una calma sorpresiva. Ella no dijo nada ni miró a su padre. Entró al auto y cerró la puerta. Beppe y Gina fueron adelante. Mirella regresaba caminando. En la esquina, casi escondido detrás de un árbol, un joven rubio y alto miraba al vehículo alejarse. Agachó la cabeza y comenzó a llorar. Mirella llegó ahí y lo encontró. “No te enojes con ella, Tore, comenzó, no tenía alternativa. Estuvo a punto de escaparse, pero no pudo. Toma, me dio esto para ti”. Tore agradeció asintiendo con su cabeza y ambos tomaron distintos rumbos.


El Puma

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