BOCA, BATTAGLIA Y EL RESULTADISMO
La reciente consagración de Boca como campeón de la Copa de la Liga trajo muchos matices e interrogantes. En la fase de grupos, el rendimiento del conjunto "xeneize" fue entre irregular y poco convincente. Lo primero fue porque no ganaba en su cancha y lo segundo era porque el juego estaba por debajo de las expectativas de propios y extraños. Es cierto, la vara en Boca es muy alta. No se debe entrar en la retórica de "está obligado a ganar" porque es lisa y llanamente falsa. Sí se puede decir que el objetivo del equipo es pelear los primeros puestos de cuanto torneo participe. Su historia así lo indica y ratifica. Tras clasificar a los cuartos de final, el conjunto de la Ribera levantó su rendimiento en forma notable para derrotar a Defensa y Justicia por 2 a 0. Luego, tras volver al andar irregular en la semifinal ante Racing, obteniendo la clasificación por la vía de los penales, nuevamente apareció la crítica feroz y despiadada. En la final, que lejos estuvo de ser de alto vuelo, la victoria xeneize fue contundente, clara e inapelable. ¿Es posible que un resultado cambie los comentarios de analistas en forma tan radical? Si lo que se analiza es en base al resultado, sin dudas. Ahora, está claro que no se observa el juego o el funcionamiento del equipo. El resultado no resiste demasiado análisis, sí el desarrollo del partido y algunas jugadas claves.
¿Qué puede decirse del desempeño del equipo? Ha tenido puntos altos y bajos, pero rara vez ha sido superado por algún rival de turno. Se mostró fuerte en la zaga central, un poco más flojo en los laterales, pero sin desentonar. En el medio campo, con Guillermo "Pol" Fernández es una cosa y sin él, otra muy distinta. Sebastián Battaglia pareció encontrar en Alan Varela a su volante central titular en los últimos partidos, teniendo el juvenil muy buenos rendimientos. Adelante, Darío Benedetto hizo muchos goles pero se mostró lejos del nivel esperado. Tiene en Luis Vázquez a un muy interesante centrodelantero. Sebastián Villa fue, sin dudas, el jugador más desequilibrante por su increíble velocidad. Puede que el juego en general no haya sido vistoso, pero en los momentos cumbres fue efectivo.
El termómetro analítico y los rumores alrededor del club en esta competencia rozaron lo insoportable. Antes de los cuartos de final, se rumoreaba que Battaglia sería cesanteado de su cargo y no faltaban "opiniones autorizadas" que vaticinaban al ciclo del ex volante central como "terminado". Pero un resultado da vuelta todo. Se borra con el codo lo que se escribió con la mano. Ahora se resalta que el jugador más ganador de la historia del club sumó otro título más, se lo ensalsará como gran estratega hasta que tenga algún traspié y se vuelva a escuchar la crítica despiadada e insoportable durante horas y horas. Ni era tan desastroso un mes atrás, ni es la reencarnación de Carlos Bianchi ahora. Es hora de terminar con el discurso berreta y vacío de "el que gana hace todo bien y es el mejor, mientras que el segundo es el primero de los perdedores", no es así. De Carlos Salvador Bilardo, técnico campeón del mundo se sacó lo peor. En lugar de hablar de táctica (algo que el "Narigón" sabe y mucho), se tomaron frases absurdas y desafortunadas para el catálogo de la "viveza criolla" y la "picardía". Se instaló el resultadismo y desde entonces sólo se habla de eso. Si durante el partido, el equipo ganador cometió errores, no importa ya que ganó. Boca y Battaglia le dieron a ese discurso un golpe de nocaut durísimo. Ojalá sirva.
El Puma
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