MIRÁ QUÉ DISTINTOS SOMOS


 

Mirá que distintos somos...

Para empezar, las camisetas. La mía, hermosa, roja y blanca a rayas verticales, prolija, tranquilamente puede pasar por ropa de gala. La tuya, espantosa y vomitiva. Verde y negra cambiando el modelo según la conveniencia marketinera.

Sigamos con los estadios. El mío, grande, cómodo, imponente, donde juega nuestra selección. El tuyo, una caja de zapatos, incompleta, roñosa, inmunda, con olor a pis por todos lados. Pero tenés la prensa a tu favor que bautizó a ese antro nauseabundo como "el estadio del pueblo".

Bueno, si vamos a hablar de hinchadas, la nuestra es seguidora del equipo y exigente. Somos demasiado grandes como para conformarnos con ganar 1 a 0, queremos jugar bien, tocar, con lujos y eso aplaudimos. La suya, de lo único que se jacta es de ser seguidora y alentar todo el tiempo. En síntesis, son hinchas de su hinchada y no de su equipo. Ni siquiera saben cuándo esa murga que tienen juega bien o mal.

Vamos ahora a los nombres. Defer representa a un prócer de nuestra nación. Le hacemos un homenaje a un hombre que trajo educación, escuelas y le dio a nuestra patria un pensamiento propio. Cherquis representa a un traidor y a un pusilánime que mientras fue ministro, lo mejor que hizo fue echarle la culpa a todos de su pésima gestión. Y algunos lo tildan de patriota. ¡Por favor!

Hablemos de ídolos. Nuestro máximo ídolo fue Tore Halversen, ganador del Balón de Oro, multicampeón en Argentina y en Italia, que encima tu prensa asquerosa hizo campaña para que no jugara por nuestra selección. ¿Sabés lo que pasó? Se lo llevó la selección italiana para con él ser campeón de Europa y del mundo. ¿Cuál es tu máximo ídolo? Horace Tuenul, que nunca salió del país, a quien nadie en el mundo conoce y abanderado de todos los fracasos de nuestro combinado nacional. Eso sí, goleador histórico de nuestra liga porque no le cobraban ni una falta en ataque y la mitad de sus goles los hizo de penal.

¿Realmente querés que sigamos? Bueno, vamos nomás. Ustedes tienen más ligas locales por una sola razón, su equipo fue el del dictador Grisello Pato, que compraba a todos los árbitros habidos y por haber. Durante el régimen, no había otro campeón. En las copas de liga, siempre ganabas por penales. Nosotros en cambio siempre en los noventa minutos. Y todavía te duele que te ganamos en los últimos cinco minutos cuando entró un pibe y él solito te dio vuelta el partido. Nosotros ganamos con legitimidad, ustedes con ayuda.

Y para cerrar, nosotros jamás insultamos a nuestros jugadores, ni los maltratamos, sí les exigimos. Ustedes le pegaron a su capitán cuando estuvieron a punto de irse al descenso. Pero otra vez los salvó la política, a nadie le convenía que se fueran. Les inventaron un partido por escritorio y lo ganaron... ¡por penales! Ustedes nos acusan de haber quemado nuestra cancha cuando perdimos una final contra ustedes (que, obviamente, nos la robaron), cuando el régimen de Pato les reconstruyó eso que llaman su estadio porque... ¿qué pasó? Ah sí, claro, pusieron una bomba molotov por la noche porque perdieron 6 a 0 contra el Santa Mara ese día. No me hagás seguir, por favor y mirá qué distintos somos.

El Puma

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