LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LOS "ISTAS" Y "ANTIS"


 

    Los hinchas juegan un papel preponderante en el fútbol. Cada uno defiende a su equipo y, el más radicalizado, no ve los defectos propios pero sí remarca los ajenos. De un tiempo a esta parte, no solamente existen simpatizantes de un equipo, sino que están fanatizados con distintos personajes o protagonistas de este deporte. Estos últimos han marcado, y siguen haciéndolo, la historia del fútbol y consiguieron tener hinchas propios, los istas. A su vez, tienen a quienes están en sus antípodas, la contracara: los anti. Los istas ven solo virtudes en su personaje favorito, mientras que los anti ven defectos en el personaje elegido como rival. A veces, ni los mismos protagonistas se toman como rivales. 

(Anti) Menottistas y (anti) Bilardistas




    César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo tienen muchas diferencias, futbolísticas y personales, pero tienen una cosa en común: ambos son campeones del mundo con la selección argentina. Se creó una antinomia histórica, y aún no resuelta, entre ambos. Los menottistas alaban a su ídolo en cuanto a la forma de hacer jugar a sus equipos, con un estilo "vistoso", defendiendo una idea y dejando libertad absoluta a los jugadores para crear. Los bilardistas elogian la eficacia, el trabajo táctico, la disciplina y hasta la "picardía" (muchas veces confundida con la trampa) del "Doctor". Para ellos, "el ganar no lo es todo, es lo único". Estos últimos, acusan a Menotti de ser vago, "chamuyero" y le bajan el precio a la obtención del título mundial, aduciendo que lo hizo en Argentina y bajo un régimen dictatorial que lo "habría favorecido". Mientras tanto, los defensores del "Flaco" acusan a Bilardo de ser tramposo, ventajero y con pocos escrúpulos. También le bajan el precio a su conquista, aduciendo que se ganó con un gol hecho con la mano o que se le dio una bebida contaminada a un jugador rival (el famoso bidón de Branco, en Italia 90). Puede ser más o menos cierto lo que se achaca, puede gustar más o menos un estilo que otro, pero hay una realidad indeleble e irreversible: con ambos métodos, los dos alzaron una Copa del Mundo con la selección argentina. 

Los (anti) bielsistas



    Marcelo Bielsa surgió como entrenador de la primera de Newell´s Old Boys, en 1990, tras trabajar en divisiones inferiores junto a Jorge Griffa. En su primera experiencia, logró un campeonato local, dejando atrás a Boca Juniors (derrotándolo en la gran final) y a River Plate (a quien le ganó el derecho a la gran final en la última fecha de su primer torneo), obtuvo el torneo Clausura de 1992 y estuvo muy cerca de ganar la Copa Libertadores de América, pero cayó en la final ante el histórico Sao Paulo dirigido por Telé Santana en la definición por penales. Luego de unos años en México (Atlas y América), regresó a la Argentina para dirigir a Vélez Sarsfield con el desafío de mantener en alto la vara que dejó Carlos Bianchi. Y no defraudó: obtuvo el torneo Clausura de 1998. Luego comenzó su larga peregrinación en donde obtuvo aduladores y detractores. Los bielsistas puros ven en él a alguien poco menos que inmaculado, que es una persona limpia (algunos argumentos suenan a más papistas que el Papa), con valores y un obsesivo verticalista que "muere con la suya". Su caballito de batalla son algunas buenas campañas (selección de Chile, Athletic Bilbao, Marsella y Leeds United, entre otras) y lo bien conceptuado que está por quienes alguna vez fueron dirigidos por él. Sus detractores la refriegan en la cara su fracaso mundialista con la selección argentina, su mal paso por Lille y le bajan el precio a su última campaña con Leeds sosteniendo que obtuvo el campeonato de ascenso (sus aduladores le suben el precio diciendo que ascendió a un equipo importante de la Premier League después de 16 años). A su vez, le critican no tener plan B y le achacan ser demasiado terco. Puede gustar o no, pero no se puede negar que Bielsa dejó una huella importante en el fútbol argentino. 

Los (anti) messistas y los (anti) cristianistas

    


    En los últimos 15 años, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo pelearon por el título de mejor jugador del mundo. Entre ambos tienen 12 balones de oro y, como no podía ser de otra manera, istas y antis. Los istas de uno utilizan al otro para achacarles sus "fracasos". Ambos ganaron ligas locales, copas de ligas, copas continentales y hasta un título con sus selecciones, sin haber podido obtener la Copa del Mundo. Los messistas ningunean a Cristiano Ronaldo diciendo que es un fenómeno marketinero. Mientras tanto, los cristianistas sostienen que Messi no aparece en los partidos importantes, como sí lo hace el portugués. De más está decir que ambas afirmaciones son falsas. Ambos baten récords año a año y se mantienen en forma envidiable. Obviamente el paso del tiempo está empezando a pasarles factura, pero ambos saben muy bien como administrar sus energías y que papel ocupar hoy en la cancha. Ambos istas y antis son tan insoportables que llegan a ser ciegos y a no saber disfrutar de estos dos íconos que ya tienen un lugar privilegiado en la historia del fútbol.

Los (anti) guardiolistas



    Josep Guardiola fue un volante central fino y exquisito de Barcelona y también es uno de los directores técnicos más importantes de los últimos años. Empezó en el Barsa y fue partícipe de uno de los períodos más importantes del conjunto "culé". Allí ganó todo y luego pasó a Bayern Munich, donde obtuvo varios títulos pero no logró obtener la UEFA Champions League. Desde hace varios años en Manchester City, su panorama es idéntico al que tuvo en Alemania: ganó a nivel local, pero no logró el título continental (en la última edición cayó en la final). Los que defienden a Guardiola se sienten identificados con su estilo de juego, de tenencia de pelota, de circulación de la misma y con vocación ofensiva. Sus detractores lo tildan de hablar lindo, pero de no lograr el mayor certamen continental. El catalán aún puede demostrar más de lo que hizo hasta ahora.

Los (anti) cholistas



    Antes de hablar de los (anti) cholistas, hay que dejar en claro que Diego Pablo Simeone es un personaje muy intenso, a veces demasiado. Esa intensidad la transmite a sus equipos y nadie puede negar que es un entrenador que trabaja mucho. ¿Juega vistoso? No. Sin embargo, jugar vistoso no significa necesariamente jugar bien. Los equipos de Simeone se caracterizan por ser combativos, intensos y de mucho roce. Seguramente a nadie le gusta enfrentar a su equipo. Sus aduladores extremos son más bien resultadistas: para ellos el "Cholo" representa más que nadie a la idea de "ganar como sea". Lo que no entienden es que tildarlo de esa manera es no entender su trabajo y sus grandes resultados. Por su parte, los detractores le achacan el juego no vistoso y sus declaraciones (a veces poco afortunadas) "extremistas", o "vendehumo" como cuando dijo, por ejemplo, que haber perdido la final de la UEFA Champions League ante Real Madrid era un fracaso. Declaraciones como esa le bajan el precio a su trabajo. El sistema de Simeone puede gustar o no, pero no se puede negar que es uno de los mejores entrenadores del mundo en este momento.

Conclusión

    Esta moda de istas y antis la impuso el periodismo y la agranda día a día. Ese mensaje se baja a los hinchas que se agarran de las opiniones y luego profundizan las mismas, en su mayoría por las redes sociales. Esta moda es nefasta, porque induce a un fanatismo muy ciego sin poder ver las virtudes ajenas o los defectos propios. Parafraseando al gran escritor checo, Milan Kundera, ambas cosas son una insoportable levedad.

El Puma

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