HISTORIA DE LOS MUNDIALES: 1966, INGLATERRA CAMPEÓN CON EQUIPAZO Y RODEADO DE POLÉMICAS


 

    Ya se habían jugado 7 ediciones de la Copa del Mundo, ninguna en el país de origen de este deporte. Fue para la octava edición, en 1966, que fue designada Inglaterra para la disputa del certamen. A su vez, los anfitriones jamás habían levantado la Copa, ni mucho menos disputado una final. En las primeras ediciones, se negaban a participar y se suponía superior al resto. Sin embargo, cuando comenzó a formar parte de los Mundiales, su actuación estaba lejos de ser convincente. El primer chasco, se lo comió en 1950, en Brasil, cuando cayó ante Estados Unidos. A pesar de contar con grandes jugadores y con una liga de primer nivel, la selección no lograba plasmar todo eso con un título. 

    En 1966, se presentaba la oportunidad. No se podía dejar pasar. ¿Tenía equipo Inglaterra para coronarse? Era un candidato, pero el natural era el último bicampeón: Brasil, de la mano de Pelé y Garrincha. Alemania Federal siempre era protagonista y, para esta edición, contó con el debut de un emblema histórico: Franz Beckenbauer. Italia venía devaluada e iba a dar muestra de ello al ser eliminada por Corea del Norte en la fase de grupos. Argentina y Uruguay representaban un peligro para cualquier equipo que lo enfrentara. Los "albicelestes" eran dirigidos por Juan Carlos Lorenzo, quien le dio un poco de orden y armó un equipo combativo. Uruguay era más que respetado por haber sido dos veces campeón y por esa histórica "garra charrúa". La Unión Soviética, campeón europeo de 1960, era un combinado a temer. En ese campeonato, apareció una nueva selección protagonista, Portugal, de la mano de su goleador Eusebio, conocido como la "Pantera de Mozambique". El panorama no se presentaba nada sencillo para el dueño de casa.

    Los británicos contaban entre sus filas con los hermanos Charlton (Bobby y Jackie), Geoff Hurst, Martin Peters y Roger Hunt, Gordon Banks, Bobby Moore (capitán del equipo) y dirigidos por Alf Ramsey. Debutó ante Uruguay con un empate sin abrir el marcador. Luego venció a México y Francia sin mayores inconvenientes. En los cuartos de final, se produjo un hecho muy curioso. Inglaterra debía enfrentar a la Argentina y Alemania Federal hacía lo propio ante Uruguay. Para el partido del conjunto local, dirigió un árbitro alemán, Rudolf Kreitlein, mientras que para el choque entre teutones y charrúas, el árbitro fue un inglés: James Finney. En ese último partido, los europeos se impusieron por 4 a 0 y hubo dos celestes expulsados cuando el resultado era solo 1 a 0. En Wembley, Inglaterra chocaba contra un equipo argentino combativo y al que no podían quebrar. Pero el árbitro del partido, expulsó a Antonio Rattín, capitán albiceleste en una decisión aún discutida hoy en día. La resistencia del conjunto dirigido por Lorenzo se vio quebrada en el minuto 78 con un cabezazo de Hurst, clasificando al equipo europeo a la semifinal. 

    Las polémicas no terminaron ahí. Brasil cayó en la fase de grupos tras la pasividad arbitral mostrada con las entradas agresivas a Pelé. "O Rei" fue salvajemente golpeado en los dos partidos en los que jugó. En el debut "verdeamarelo" ante Bulgaria, ya se empezó a hacer evidente. Brasil ganó ese primer partido por 2 a 0, con dos tiros libres espectaculares convertidos por Pelé y Garrincha. Sin embargo, Pelé no pudo jugar el segundo encuentro ante Hungría por no estar al 100 por 100, tras las patadas que recibió. Brasil cayó 3 a 1 y debía vencer a Portugal en el partido final. Allí volvió Pelé, pero debió salir tras una seguidilla de patadas del defensor lusitano Morais. Brasil quedó afuera tras permitirse que le practicaran violencia sin castigo.

    En semifinales, Inglaterra venció a Portugal, por 2 a 1, con dos goles de Bobby Charlton, jugando bien y siendo superior a su rival, quien descontó por intermedio de Eusebio. Del otro lado, Alemania Federal vencía a la Unión Soviética y accedía a la final. El encuentro definitivo fue el primero que se vio a color en la transmisión televisiva. Helmut Haller puso en ventaja a los teutones a los 12 minutos del primer tiempo. Sin embargo, pudo sostenerla solo por 6 minutos, cuando con un cabezazo a quemarropa de Hurst puso la igualdad. Faltando 12 minutos, Martin Peters puso el 2 a 1 para Inglaterra, y parecía que venían los tiempos de festejos. Pero nunca se debe subestimar a los alemanes. Sobre la hora, Wolfgang Weber puso la igualdad forzando un alargue. Allí se produjo la última, y no menos importante, polémica. Hurst remató al borde del área chica, dando su tiro en el travesaño, picando y saliendo. El árbitro suizo Gottfried Dienst convalidó el tanto, pero es aún al día de hoy una incógnita si esa pelota picó adentro o afuera. Finalmente, con los alemanes lanzados en ataque, de contragolpe Inglaterra selló el resultado con otro remate de Hurst, logrando este último ser el único jugador en la historia en haber marcado 3 goles en una final. 

    Inglaterra fue, por nombres y juego, un justo campeón. Sin embargo, todos los hechos antes mencionados no hacen más que cuestionar la legitimidad de ese único torneo que ganó la selección británica a lo largo de su historia.

El Puma

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