VICENTE DUMARS, CAPÍTULO 9
Inició la pretemporada haciendo trabajos diferenciados. Estaba completamente desganado y pendiente de que aparezcan ofertas. Por más que desde el club intentaban ocultar lo que sucedía, fue poco menos que imposible que los medios no se enteraran. Él siempre se mantenía diplomático ante los periodistas y sus respuestas eran las mismas, que él era jugador de Peñarol, que se debía al club y que estaba cómodo. Nelson insistía en que no lo vendieran. Desde Europa, nadie se acercaba.
Mientras tanto, su vida nocturna era
cada vez más activa. Se lo veía más en los boliches que entrenando, acompañado
más de mujeres que de compañeros o rivales. El club intentaba ocultarlo. No
había debutado aún en la temporada. La versión oficial era que no se recuperó
de la lesión. Su aspecto era cada vez más sucio y desaliñado.
Volvía a su casa tarde. Después de
entrenar, se perdía en algún bar. Esa noche regresó particularmente tarde.
Quién sabe por qué, se le ocurrió escuchar el contestador automático. Tenía
cinco mensajes nuevos, todos sobre el mismo tema. El alma le volvió al cuerpo.
Se acostó enseguida. Al despertar, se bañó y se afeitó. En la práctica fue de
nuevo el de antes. Todos estaban asombrados. El técnico estaba feliz con este
renacimiento de Vicente.
Comentarios
Publicar un comentario