VICENTE DUMARS, CAPÍTULO 8


          Pasaban los días y Vicente no aparecía. La pretemporada de Peñarol ya había empezado y, si bien él tenía permiso para presentarse unos días más tarde, la preocupación era enorme. Nelson llamó a la policía y a los medios de comunicación. “¿Dónde está Vicente Dumars?”, eran los titulares de los diarios y los videograph de todos los noticieros uruguayos. Para el morbo de los medios, esta historia cerraba por todos lados. Aparecieron personas como testigos, diciendo que lo habían visto en Paysandú, en Tacuarembó, en Rivera y otros que decían que había cruzado a Brasil o Argentina.

         Su permiso ya había terminado y debía presentarse a las ocho de la mañana. Nelson estaba en comunicación permanente con la dirigencia. No entendía cómo su hijo nunca se comunicó con él. Valeria lo culpaba de todo lo que pasaba. Se presentaron ambos a Los Aromos. Al llegar, vieron un tremendo alboroto. Los periodistas estaban rodeando a alguien. Muchos hinchas aparecían para ver de qué se trataba. Al abrirse el círculo, Nelson y Valeria no salían de su asombro. Corrieron a abrazar a un poco reconocible Vicente, de pelo sucio y barba larga. Éste fue muy efusivo con su madre y frío con el padre. Los invitó a pasar al encuentro con los dirigentes. Pasaron a la oficina, se saludaron todos cordialmente y Vicente fue directo al grano: “O me venden, o largo el ´fúbol´”.

Continuará...

El Puma

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